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EL ROBINSON SUIZO.

en el arroyo ántes del último viaje! Me contaron además que habian hallado rotas y vacías las otras, de donde deduje que los pescados lograron abrirse paso entre los mimbres de que estaban labrados los cestos. Nos consolámos de la pérdida con la excelente muestra que quedó.

La famosa anguila fue recibida con la distincion que se merecia. La cocinera aderezó sobre la marcha un buen pedazo, y el resto, puesto en salmuera, se escabechó y guardó en un barril de bambú.

La pimienta y la vainilla, como enredaderas, se plantaron junto á las columnas de bambú que sostenian una especie de galería que habíamos construido á la entrada de la gruta, á la cual servia de pórtico, y cuya parte alta se unia con la azotea del palomar. Al situar tan cerca las preciosas plantas abrigaba la mira de cuidarlas con más esmero para obtener mayor cosecha; pues aunque en lo general ninguno de nosotros tenia grande aficion á las especias, sin embargo, atendiendo á que en los climas cálidos como en que nos encontrábamos es indispensable usarlas como corroborante, resolví sazonar con ellas el arroz, el melon y sobretodo las legumbres, de suyo harto frescos.

La vainilla no tenia por de pronto la mayor aplicacion por carecer de cacao; no obstante, la conservé cierta preferencia por si más tarde podia utilizarla como artículo de comercio [1].

Las lonjas de tocino, los jamones de oso y de pecari, así como los barriles de manteca, pasaron á la jurisdiccion de mi esposa para que los almacenase en la despensa, la cual quedó tan provista, que por mucho tiempo podíamos desafiar al hambre, y más con la prudente economía del ama de gobierno, que no desperdiciaba lo más mínimo, sujetándonos en el seno de la abundancia á ciertas privaciones indispensables por no malograr su prevision.

Las dos pieles de oso se extendieron en la playa á orillas del mar para que el agua salada las fuése curtiendo, y para que no se las llevase la resaca las cubrímos de piedras gruesas que al propio tiempo las preservaban de los cangrejos.

La clueca silvestre y los pollos traidos de Waldek, por consejo de mi esposa, guardiana especial del gallinero, se colocaron debajo de una banasta dándoles de comer por de pronto huevos duros y miga de pan hasta lograr domesticarlos, estando siempre alerta para que maese Knips y el chacal de Santiago respetasen estos nuevos huéspedes como parte integrante de la familia, y no se les ocurriese ensayar en ellos alguno de los experimentos anatómicos ó de fisiología animal que les eran tan familiares. Más tarde pensaba agregarlos al resto del gallinero.

El condor, como brillante trofeo de nuestras victorias, quedó depositado en

  1. En el comercio se distinguieron tres suertes de vainilla; la boca, cuya silicua es gruesa y corta y su olor muy fuerte y caso incómodo; la alec, que es más larga y delgada, y de olor más grato; y la simarona ó bastarda, de fruto desmedrado y olor escaso. Los usos de la pulpa de vainilla en perfumeria, confiteria y licores son bien conocidos. (Nota del Trad.)