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CAPÍTULO XLIV.

la carne en grandes lonjas, ahumándolo todo á un fuego de leña verde preparado al intento. Sacáronse más de cien libras de grasa, la cual cuidadosamente se guardó en barriles de bambú. Mi esposa la apreció ante todo, porque á más de lo que podia servirla para la cocina, tampoco ignoraba que con ella se hacian tan ricas tostadas como con la manteca de vaca. Las pieles bien lavadas con agua del mar y restregadas con ceniza y arena quedaron regularmente curtidas, y aunque mis conocimientos en ese arte eran bastante medianos, no quedé descontento de mi trabajo. A lo ménos no tuve que recurrir al medio de que, segun dicen, se valen los groenlandeses para curtir las pieles, que consiste en aderezarlas con los dientes. No quedó pues de ambas fieras sino el esqueleto, cuya limpieza quedó á cargo de los perros y aves de rapiña, dejando unos y otros en breve los huesos tan mondos, que desde luego pudieran labrarse y figurar en nuestro museo: honor que sólo se dispensó á los cráneos.

Mucho sentí hallarme tan léjos del sitio donde se encontraba el ravensara, cuyas hojas y corteza comunicó tan buen olor al asado otaitiano que hizo Federico; pero entre el abundante ramaje que los niños trajeron para ahumar la carne, reparé en una especie de bejuco cuya fragancia me llemó la atencion. Examiné su fruto y ví que era pimienta de la mejor clase, descubrimiento que me colmó de alegría. Seguro de que no me equivocaba, empezámos á rebuscar, y en breve se recogieron más de cinco libras de esa especia, verdadero tesoro para nuestra cocina y mayor para la conservacion de infinitos objetos que el excesivo calor echaba á perder á pesar del esmero con que se preparaban. Las pieles, los jamones y la carne en cecina recibieron la primera aplicacion del nuevo descubrimiento. Tuve buen cuidado de arrancar algunos plantones de aquel arbusto para el huerto.

Tras los osos llegó el turno al condor. Destinada esta ave gigantesca para adorno del museo, la descarnámos, y bien salpimentada por dentro se rellenó de algodon y musgo seco, con lo cual quedó perfectamente disecada, reservando para otra ocasion darla la actitud y forma adecuadas para figurar en la seccion zoológica del gabinete de historia natural.