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CAPÍTULO XLIII.

gun arbusto para ocultarnos, encontré una planta que se cria entre las rocas, que conocí ser el euphorbium, que los farmacéuticos llaman vulgarmente leche de lobo, cuyo jugo, aunque es uno de los venenos más activos que produce el Nuevo Mundo, tiene sin embargo aplicacion en la medicina [1].

Federico y Santiago volvieron á poco con nuestros compañeros de caza, que más diestros que nosotros, no habian perdido el tiempo, y por su pelo mojado conocí que habian apagado la sed y hasta recreádose con el placer del baño.

Los avestruces estaban ya tan cerca que pude distinguir la manada, compuesta de cuatro hembras y un macho, que se reconocia por el largo plumaje blanco de su cola.

Seguímos escondidos y silenciosos, reteniendo á los perros para que su arrojo no lo echase todo á perder.

—Ten preparada el águila, dije á Federico, por si acaso no nos bastan las piernas y las de los perros.

—¿Pues corren tanto los avestruces? preguntó Santiago: lo que es Federico y yo en eso de correr no somos nenes, y sino dígalo tambien maese Ernesto, que ganó el premio de la carrera.

—De poco servirán aquí las piernas de Ernesto por listas que sean, respondí; al avestruz no le alcanza ningun caballo.

—Entónces, dijo Federico, ¿cómo se componen los árabes del desierto para cogerlos? En las estampas siempre he visto los cazadores de esta clase de aves á caballo.

—Verdad es, añadí, pero tambien lo es que, más que por astucia, por ligereza consiguen su objeto: y hé aquí cómo se componen: el avestruz no ataca de frente ni por las espaldas, sino por el costado, y cuando se ve perseguido describe un círculo, volviendo siempre al punto de donde partió. Toda la ciencia del cazador consiste en reducir esa circunferencia. Cortando por los radios y adelantando siempre por donde indefectiblemente ha de pasar el ave, el jinete le fatiga y va sitiando en términos que le precisa á caer en sus manos. Como el círculo que describe á veces es extenso, no basta un solo caballo para hacérselo estrechar, á cuyo efecto se relevan los cazadores, habiendo ocasion en que un solo avestruz ha puesto en conmocion á una caravana entera.

—¿Es cierto, preguntó Ernesto, que cuando le persiguen esconde en la arena ó detras de una piedra la cabeza creyendo el estúpido que así se hace invisible?

—Nadie puede conocer, respondí, el pensamiento interior ni el móvil de un irracional; pero los que han atribuido al avestruz esa estupidez gratuita, de seguro no están enterados de las facultades que el Supremo Hacedor ha concedido

  1. Esta planta es del género de la familia de las euforbiáceas. Las especies indígenas tienen el nombre colectivo de lechetresnas, por el jugo blanco que desprenden y que se usa para extirpar las verrugas. Existe otra especie que llaman tártago los boticarios, la cual produce un aceite purgante, y la llamada ipecacuana, cuya raíz obra como emético. (Nota del Trad.)