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EL ROBINSON SUIZO.

do un sitio preferente entre las varias curiosidades naturales de toda especie que constituian ya un museo.

Este notable acontecimiento digno de haberse referido con mayor extension, sugirióme la idea de cerciorarme de si aquel mónstruo tan temible sería el único de su especie que se criase en las inmediaciones, ó si estaria cerca el sitio donde se anidase su posteridad, que con el tiempo pudiera renovar nuestros terrores, y contra lo cual quizá podríamos no salir tan bien librados. En consecuencia, resolví emprender dos reconocimientos, uno en el pantano y al rededor del estanque, y el otro en direccion á Falkenhorst, siguiendo la falda de la montaña, único punto por donde suponia que un animal de su corpulencia pudiera introducirse en la parte de la isla y valle donde habitábamos.

Se determinó comenzar por el pantano; pero en el momento mismo de salir, Santiago y Ernesto mostraron alguna repugnancia en acompañarme. Me pareció no deber tolerar un ejemplo que pudiera ser funesto, y recordé á los niños que el miedo sin fundado motivo y la pusilanimidad eran sentimientos indignos de un hombre destinado á figurar en la sociedad.

—La constancia y la firmeza, añadí, son cualidades más necesarias é indispensables que el ciego valor de un momento, nacido á veces de la desesperacion. Si el boa por casualidad ha dejado cria en el pantano y no se averigua y remedia, llegaria dia en que se repitiese la escena que acabamos de presenciar, y ¡quién sabe si el éxito no seria igual y nos hiciese arrepentir de nuestra flaqueza y cobardía!

Partímos en seguida, llevando, además de toda suerte de armas, algunos tablones y vegigas de lija, para el caso de tener que arrojarnos al agua y sostenernos en ella. Los primeros se destinaron para caminar por el fango del pantano, formando un firme pavimento sobre la tierra blanda y movediza que se tendria que pisar; y en efecto nos facilitaron poder registrar minuciosamente todos los cañaverales y alrededores de la laguna, convenciéndonos así de la no existencia ni rastro de huevos ni crias de la serpiente, pues el sitio mismo que habia ocupado el reptil se conocia por las cañas y yerba hollada en diferentes puntos que todavía conservaban los indicios de un nido que no podia asegurarse haber pertenecido al boa.

Cuando se iba á emprender la vuelta para la habitacion, por casualidad se hizo un descubrimiento de interes. Era una nueva gruta abierta en la misma roca, de donde manaba un arrouyuelo cuyas cristalinas aguas se perdian en la laguna. La bóveda y paredes estaban tapizadas de hermosas estalactitas, formando columnas, capiteles, artesones y hermosos calados. Absortos permanecímos largo rato admirados ante esa maravilla de la naturaleza; y penetrando algun tanto más, note que el suelo estaba cubierto de una tierra sumamente blanca y fina, que despues de examinada conocí era greda propia para batanar.