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CAPÍTULO XXXIX.

Cuando el mónstruo creyó concluida y en su punto la preparacion que tan laboriosamente habia ejecutado, se dispuso á gozar, por decirlo así, de su victoria y á engullir la presa que ya tenia aderezada. Para ejecutarlo con más comodidad, colocóse delante en línea perpendicular la masa que acababa de triturar; extendiendo en seguida toda la longitud de su cuerpo, dilató sus mandíbulas de una manera enorme, y despues de bañar la presa con abundante baba viscosa, comenzó á tragársela, principiando por las patas traseras hasta sepultar del todo los restos del pobre asno.

De cuando en cuando daba tregua á su fatigosa tarea, no tanto por gozar y saborearse, como por dar lugar á que la glutiosa baba, que á torrentes derramaba, ablandase la presa y facilitase la deglucion. Sin embargo, á medida que avanzaba en su banquete, el animal iba perdiendo en pujanza, tanto que al llegar á la cabeza del asno más dura y huesosa que el resto, y por lo tanto imposible de deshacer, no pudo acabar con ella, quedando aletargado y en inmovilidad completa.

Larga fue la operacion, pues duró desde las siete de la mañana hasta más de medio dia. Por fin llegó el ansiado momento.

—¡Ahora, hijos mios! ¡ahora! exclamé, ¡el reptil es nuestro; ya somos dueños de él!

Salímos todos de la cueva con las armas preparadas, primero yo, Federico en pos, y detras Santiago, aunque algo receloso; pero Ernesto se quedó prudentemente en su atrincharamiento; sabia precaucion, que hice pasar como desapercibida, no queriendo obligarle á vencer su natural timidez ante un enemigo tan formidable. Franz y su madre se quedaron en la gruta.

Cuando estuve cerca de la serpiente reconocí que no me habia equivocado. Era el verdadero boa llamado constrictor por los naturalistas [1]. Su inmovilidad contrastaba con el terrible brillo de sus ojos. Al aproximarse alzó un poco la cabeza, y despues de dirigirme una ojeada de impotente cólera, la dejó caer en seguida.

A veinte pasos de distancia, Federico y yo hicímos fuego, y ambas balas le atravesaron el cráneo; pero aun no quedó del todo muerto. En sus ojos apareció la última expresion de su rabia, permaneciendo inerte el cuerpo. Dos pistoletazos á boca de jarro concluyeron con el mónstruo: los anillos de su cola golpearon el suelo, y al fin quedó cuan largo era y sin el menor movimiento. Sin embargo, Santiago quiso participar de la victoria, y acercándose al reptil le dis-

  1. Los naturales comprenden hoy dia bajo la denominacion de boas todas las desprovistas de veneno, así como de cascabel ó crótalo al extremo de la cola, que se distinguen además por sus dilatadas mandíbulas, cabeza cubierta de escamas y otras diferencias. Son las mayores de todas las serpientes, y hay boas de 30 ó 40 pies de largo. Entre las especies de boas se cuentan tres principales: el boa constrictor, á la que pertenece el que nos ocupa; el boa scytalo ó boa marino, y el aboma, ó boa cencloris. En lo esencial todas son parecidas. (Nota del Trad.)