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EL ROBINSON SUIZO.

zá sería mejor economizar la semilla para nuestro sustento, ó bien para sembrarla, y prometiéndola en cambio traer galleta para las gallinas si tornaba á la nave.

Las palomas estaban ya apareadas en los huecos de las rocas; las gallinas con los gallos al frente se encaramaron encima de la tienda, y los patos se entraron por las junqueras del arroyo. Nosotros tambien dispusímos lo conveniente para pasar la noche, cargando las armas; pero apénas terminámos la oracion de la tarde, cuando repentinamente nos sorprendió la oscuridad sin crepúsculo intermedio: fenómeno que expliqué á los niños, deduciendo de él que debíamos hallarnos próximos al ecuador.

Como la noche era fresquita nos acostámos arrimaditos unos á otros en el musgoso lecho, y cuando ya dormian todos, con tiento me levanté á ojear los alrededores, saliendo de puntillas. Serena, pura estaba la atmósfera; el fuego aun despedia vacilantes resplandores, y para que no se apagase añadí ramas secas: entónces apareció la luna, y al recogerme, despertado un gallo por su claridad, me saludó cantando, y volví á acostarme ya más tranquilo, acabando por conciliar el sueño.

Apacible fue esta primera noche, en la que nada vino á turbar nuestro reposo.