Página:El Robinson suizo (1864).pdf/261

Esta página ha sido corregida
230
EL ROBINSON SUIZO.

agua que les ayuda á sostenerse en el elemento donde deben vivir. En cuanto á los animales terrestres, sus huesos son más sólidos y compactos, como destinados á servir de apoyo al cuerpo.

—¿Y no podríamos, preguntó Federico considerando el esqueleto de la ballena, sacar algun partido de esta montaña de huesos?

—Ignoro para qué nos podrian servir, le respondí. Los holandeses los aplican como estacas para cercar sus campos y labrar unas como sillas rústicas, de lindo aspecto; podríamos más adelante, cuando nos sobrara tiempo, hacer para el museo una tarima para disertar sobre historia natural. Pero nadie nos apresura, y ántes será bueno aguardar á que él y los vientos acaben de secar y blanquear esa inmensa osamenta, para irla empleando como mejor nos parezca.

Como ya era tarde, suspendí la plantacion de los árboles para el dia siguiente, dejando cubiertas con tierra las raíces para que no se secasen. La tortuga mónstruo nos iba á ocupar lo bastante hasta el regreso. Acercámos la canoa cuanto nos fue dable al sitio en que aquella se encontraba tal como la dejámos. Pero la gran cuestion era saber de qué medio nos valdríamos para trasladarla. A nadie se le ocurrió lo más mínimo para salir del apuro, y todos nos quedámos callados mirando al animal que estaba allí como un reo ante sus jueces aguardando su sentencia.

—¡Ya dí en el quid! exclamé al fin, dándome una palmada en la frente. En vez de llevarnos al mónstruo, ¿no sería mejor que él nos condujese á Felsenheim? Una tortuga de este tamaño es un excelente animal de tiro en el agua; Federico y yo podemos acordarnos de ello.

Acogióse mi idea, y en seguida se puso en ejecucion. Comenzámos por ir á la piragua y vaciar la pipa de agua dulce que traíamos para el consumo, y volviendo la tortuga á su posicion natural, atámosle el tonel encima á fin de impedir que se hundiera en el agua, y por un agujero que se practicó en la concha pasóse un cabo sujeto á la canoa, en la cual nos embarcámos al tiempo en que la tortuga entraba en el mar.

Coloquéme á proa con el hacha en la mano, dispuesto á cortar el cabo que retenia la tortuga al primer asomo de peligro; pero no hubo necesidad de recurrir á este extremo, y la travesía fue tan feliz como breve. Para que no variase de rumbo, de cuando en cuando le daba un aviso con el bichero; y remolcados por tan buen motor, aportámos á poco á la Bahía del salvamento. No cabian los niños de alegría al verse empujados á tan poca costa, y el sabio Ernesto nos comparaba con Neptuno, deslizándose por las aguas en su flotante carroza arrastrada por tritones y delfines.

Llegámos felizmente á Felsenheim, y despues de poner á recaudo la piragua, sujetóse la tortuga con recias cuerdas, despues de quitarle la pipa vacía que llevaba encima. Pero como no podíamos conservarla largo tiempo de esa suerte, hubo que formarla proceso, y dictar y ejecutar la sentencia al dia siguiente. Su