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EL ROBINSON SUIZO.

Al dia siguiente tempranito volvímos á la tarea comenzada, sin permitir que nos acompañasen mi esposa ni Franz, porque la faena proyectada era demasiado asquerosa y repugnante para que la presenciasen, pues me proponia penetrar hasta el vientre de la ballena y sacar partido de sus sólidos y enormes intestinos. Partímos pues solos, y con viento fresco llegámos al islote, encontrando al mónstruo medio devorado por una nube de gaviotas y otras aves carnívoras de mar que, sin hacer caso del paño con que se tuvo cuidado de cubrir las partes desolladas, habian hecho su buen agosto, viéndonos precisados á recurrir á las armas de fuego para ahuyentarlas.

Antes de empezar nos quitámos hasta la camisa cubriéndonos con blusas hechas expresamente para el caso, y en esta forma, convertidos en mozos de matadero, rompiendo á hachazos las costillas del cetáceo, llegámos hasta su vientre. Recogí las tripas que podian convenirme, y las corté en trozos de seis á doce piés de longitud, volviéndolas del revés para que se lavaran y descarnaran con agua del mar y arena, trasladándolas despues al barco.

—¡Ah! dijo Ernesto al verlas, ¡qué buenos salchichones podría hacer mamá con estas tripas!

Al mismo tiempo se esforzaba por henchir una soplándola, la cual tendria pié y medio de diámetro.

El resto lo abandonámos á las aves despues de sacar cuanta grasa pudímos, haciéndonos luego á la vela, pues el sol estaba ya muy bajo y no era posible detenerse.

El preparar como lo hiciera las tripas de la ballena, fue con el designio de que sirviesen de pellejos para conservar el aceite que debia producir su misma grasa. A mis hijos les pareció tan peregrina y oportuna la invencion, que desearon saber quién me la habia sugerido.

—El autor de ella, como de otras muchas, dije, ha sido la necesidad, gran motor de la industria humana, que ha enseñado á los pueblos que habitan en puntos donde no se conoce madera alguna, á suplirla por cualquier otro medio; la que por lo mismo ha hecho aprender á los samoyedos y esquimales [1] á convertir las tripas de la ballena en toneles y depósitos de líquidos que de otra manera no hubieran podido conseguir, y ha puesto de manifiesto en los despojos del cetáceo multitud de tesoros inapreciables para ellos, y de los que no se hace caso en climas más favorecidos.

Las tripas de la ballena y su preparacion fueron el tema de la conversacion durante la travesía, que así nos pareció más corta. Hablámos de otros diferentes usos en los que se emplean las tripas de los animales, desde la cuerda del

  1. Los samoyedos y esquimales son los pueblos que están más al Norte de la Rusia, confinantes por el estrecho de Behering con la América septentrional, donde casi siempre reina perpétuo hielo: unos pertenecen al imperio ruso, y otros son independientes y comercian con las posesiones inglesas del Canadá y de los Estados-Unidos. (Nota del Trad.)