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EL ROBINSON SUIZO.

las aberturas que tenia la gruta, contando la puerta; una en la cocina, otra en el taller, y la restante en el dormitorio. Los demás departamentos, inclusos los de mis hijos y el fondo de la habitacion, estaban sumidos en la oscuridad más profunda, y si bien en los tabiques intermediarios existian varias ventanas con persianas ó ligeras cortinillas, la luz que entraba por la puerta y demás aberturas era tan débil, que gran parte de la habitacion quedaba sumida en la mayor oscuridad. Con otras dos ó tres ventanas grandes practicadas en las paredes de la gruta se hubiera remediado todo; pero siendo impracticable la obra ántes del buen tiempo, y como la necesidad urgia y la privacion acrecentaba el deseo, hé aquí el medio que adopté para dar luz á nuestra morada.

Entre los efectos procedentes del buque hallábase un farol que, pudiéndolo colgar del techo en el centro de la gruta, derramaria su luz por todas partes. La dificultad estribaba en poderlo suspender en aquel punto; pero la agilidad de Santiago sacóme del apuro. Un grueso bambú que sobrara de los empleados en la cañería de la fuente, y que justamente tenia la altura necesaria para el objeto, bien fijado en el suelo, sirvió de escalera á mi hijo, y trepando por él como si fuera una cucaña, pudo clavar en el centro de la bóveda una polea y pasar por ella una cuerda á la que se ató el farol para colorarlo á la altura que nos conviniera. Una vez encendido, irradiaba la suficiente claridad para alumbrarnos. Mi esposa y Franz quedaron encardados de su entretenimiento, que por el punto céntrico que ocupaba surtia el mejor efecto, reflejando sus rayos en las mil facetas cristalinas que tapizaban la gruta.

El conseguir esta gran claridad fue para todos un inmenso beneficio para activar los trabajos pendientes y los que se emprendieron de nuevo. Ernesto y Franz se ocuparon en arreglar la biblioteca y colocar ordenadamente en estantes, dispuestos al efecto, los volúmenes que se salvaron del naufragio; Santiago ayudó á su madre en el arreglo de la cocina y de su batería junto con la vajilla, y yo tomé á Federico por mi cuenta en lo relativo al taller, por ser el mayor de sus hermanos y más apto por su robustez para las pesadas fatigas que exigian sus tareas.

En ese importantísimo departamento, inmediato á la ventana coloqué un magnífico torno inglés provisto de todas sus herramientas, que habia encontrado en el camarote del capitan; verdadera alhaja que sin duda conservaria como aficionado por recreo. Cuando mozo por diversion aprendí yo á tornear, y ahora me hallaba en el caso de utilizar los escasos conocimientos que adquiriera en ese género de trabajo.

Construímos además una fragua; los yunques se fijaron entre unos tajos, y en tablas sostenidas por palomillas y llenas de agujeros se pusieron ordenadamente las herramientas pertenecientes á carpintería y herrería que se sacaron del buque. Los clavos, tornillos, espigones, tenazas, martillos, sierras y barrotes, todo ocupó su lugar conveniente clasificado en términos de encontrarse cuando se necesitaran, tomando así nuestro taller improvisado una