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EL ROBINSON SUIZO.

llegar á ser gran nadador. Por último, hubo tambien su poco de gimnasia; cada cual hizo lo que pudo en el ejercicio de la cuerda y de escalar los árboles, con que dí por terminado el acto, y tributándoles el justo elogio que respectivamente merecian, anuncié que se iba á proceder á la distribucion de premios y coronas á los vencedores.

Era ya de noche cuando regresámos á la gruta, que estaba espléndidamente iluminada. Al frente se alzaba un estrado con un sillon muy adornado de ramos y flores, en el que mi esposa, como reina de la fiesta, se instaló majestuosamente, y yo, sentado á su lado, era el encargado de llamar á los laureados. La buena madre se prestó gustosa á tan inocente ceremonia, y conforme iban llegando los niños les distribuia los ramos y coronas, acompañando el acto con un tierno beso.

Vencedor en el tiro y en la natacion, Federico recibió por premio una magnífica carabina inglesa con adornos de plata y un cuchillo de monte, al que habia echado el ojo tiempo hacia.

Ernesto, por premio de la carrera, un reloj de oro igual al que tenia su hermano.

Santiago, el gran jinete, obtuvo un par de espuelas de acero lujosamente labradas y un látigo de ballena.

Y por último, Franz recibió un par de estribos y una bonita caja de colores forrada en tafilete, como accesit al premio de equitacion por la habilidad que habia demostrado en la educacion del ternero.

Concluida la distribucion, levantéme del asiento, y dirigiéndome á mi esposa ofrecíla con la mayor galantería un lindísimo estuche inglés con cabos de plata y nácar, donde estaban las chucherías que son el encanto de una mujer laboriosa, como tijeras, agujas, punzones, devanadores, etc.

—Recibe tú tambien, buena y dignísima compañera mia, la dije, el justo premio que mereces, y al que te han hecho acreedora tu paciencia, celo, constancia y los desvelos que te debe esta colonia en un año de destierro: recíbelo en mi nombre y en el de nuestros queridos hijos como débil muestra de gratitud, de cariño y tierno amor que todos te profesamos: ¡dulces sentimientos que para tí deben ser el mayor y más grato galardon!

Sorprendida mi esposa con esta demostracion, se arrojó á mis brazos con toda la efusion de su alma: estrechó de nuevo en los suyos á los niños, y en el apogeo de la emocion, lágrimas de ternura bañaron nuestros rostros, ¡desahogo del pecho que ya no podia soportar tanta alegría!

El dia acabó como comenzara: todo fue dicha, júbilo y contento, gozando todos de aquella pura y sin igual felicidad que prestan solamente una vida sin tacha, exenta de remordimientos, junto con el amor al trabajo que engendra la paz de un alma que todo lo dirige al Señor.