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EL ROBINSON SUIZO.

les orillas cubiertas de espesas y floridas junqueras cambiaban de aspecto á cada paso. Allí abundaban aves de todas especies y de los más variados y brillantes colores, maravillándonos dos hermosísimos cisnes negros que se miraban en las azuladas y cristalinas ondas. Su pluma lustrosa y negra como el azabache contrastaba con la de la extremidad de las alas que era blanca, y en su tamaño y apostura se asemejaban á los de Europa [1]. Ernesto deseaba probar en uno su destreza, lo cual impedí; ¡me hubiera creido culpable permitiendo se turbase á esos inofensivos seres la dulce y tranquila paz que disfrutaban!

Pero Bill, que no sentia por las escenas sublimes de la naturaleza la admiracion de que yo estaba poseido, partió como un rayo, y arrojándose al lago nos trajo un animal que estaba nadando. Era una bestia de lo más extraño que puede figurarse. Tenia membranas en las patas, como en general las aves acuátiles, una cola peluda y enroscada como la ardilla, y una cabeza á proporcion pequeña, con imperceptibles ojos y orejas, y un pico larguísimo como el del ganso, lo que le daba un aspecto tan ridículo que nos causó risa su aspecto. Toda nuestra ciencia de naturalistas no bastó para clasificar lo que al parecer era inclasificable, y persuadidos de que aquel animal era desconocido, nos creímos autorizados para ponerle un nombre de capricho, el de bestia picuda.

Cargado con él, que como cosa rara pensaba conservar embalsamado, subimos á un altillo para orientarnos y dirigirnos por el camino más recto á la granja. Hubiera podido elegir el que ya conocíamos; mas como la ausencia se habia dilatado más de lo que pensaba, lo cual impacientaria á mi esposa, cortámos por el atajo, y á poco nos reunímos con los nuestros.

Encontrámos á la buena madre, que por todo se alarmaba, algo inquieta por nuestra tardanza y por la de mis dos mensajeros, que afortunadamente llegaron de Falkenhorst casi al mismo tiempo que nosotros. Cada uno refirió sus proezas; Ernesto disertó sobre nuestros descubrimientos, realzando tanto las descripciones que me ví obligado á ofrecer á Federico que vendria otra vez. Supe con satisfaccion que todo estaba en buen estado en Falkenhorst, y que mis encargados habian tenido la buena idea de dejar á los animales comida para diez dias por si tardábamos en volver.

Por nuestra parte pusímos de manifiesto las fresas, el arroz, los pájaros y la bestia rara que dejó pasmados á los niños. Más tarde supe que el tal animal que yo creía desconocido á la historia natural era el ornitorinco [2], descubierto por primera vez en un lago de Nueva Holanda.

  1. El cisne negro, por una de las contraposiciones que sólo se ven en la tierra de fenómenos zoológicos á cual más imprevistos, no se encuentra sino en la Australia. Fuera del color en nada se diferencia de los blancos.
  2. Este ornitorinco es del género de mamíferos comprendido en el grupo de los monotremos. No existe más que una especie, y esta rara. Se encuentran siempre á la orilla de los rios ó lagos. Viven comunmente en el agua, y exhalan un olor parecido al de los peces. Su alimento son gusanos que pescan como los ánades. (Notas del Trad.)