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EL ROBINSON SUIZO.

y tan trasparente que se me ocurrió aplicarlo en lugar de cristal, extendiéndolo en hojas delgadas, sobre una losa de mármol, restos del ajuar del buque, y á medida que con el calor las hojas se endurecian, la quitaba y ponia otra, y así me encontré con quince ó veinte planchas sólidas y diáfanas que en caso de necesidad pudieran servirnos de cristales.

Entre tanto el huerto de Zeltheim se encontraba en estado floreciente, suministrándonos toda especie de legumbres y hortalizas exquisitas, y lo más admirable, sin abono alguno, sólo por la feracidad de aquella tierra vírgen, y en todas estaciones, pues en cualquiera producia sin interrupcion habas, guisantes, judías y demás legumbres. Las mazorcas del maíz tenian ya más de un pié, los melones y las sandias superaban nuestras esperanzas en magnitud y buen sabor, y la caña dulce y la piña eran riquísimas. En cuanto á patatas, yuca y batata, no hay que decir; teníamos campos enteros á nuestra disposicion, sin más trabajo que ir recogiendo. Semejante prosperidad al redor de la casa nos hizo concebir la esperanza de que se extenderia á la de nuestras plantaciones más lejanas; y ántes que llegasen las lluvias propuse á los niños una expedicion para ir á visitarlas, y proveernos de cera, goma elástica, calabazas y otras cosas que nos hacian falta y era indispensable reponer.

Antes fuimos á pasar un dia en Falkenhorst. En la llanura inmediata, donde mi esposa sembraba cuantos granos tenia de Europa, encontré la mayor parte de las mieses en sazon, y pocas todavía verdes. Habia trigo candeal, cebada, avena, centeno, guisantes, habas, lentejas y otras legumbres. La cosecha más abundante fue la del maíz. Segámos y reunimos en gavillas lo que estaba á punto, cuidando de vigilar la granazon de lo restante, pues no faltaban pájaros de todas especies, á quienes al parecer agradaban mucho esas nuevas producciones, anidando cerca para cosecharlas sin duda ántes que nosotros.

De entre las cañas de maíz se elevaron con gran ruido como hasta doce avutardas, los perros levantaron al mismo tiempo del sembrado otras bandadas de pájaros de diferentes tamaños y especies. Como esta aparicion nos cogió desprevenidos, nadie pensó en las armas de fuego; mas Federico, deseando poner á prueba al águila, soltóla á las avutardas y montó en el onagro siguiendo su direccion. El águila, remontándose á grande altura, se colocó perpendicularmente sobre una, y cayendo como un rayo encima de ella, la cogió en sus formidables garras, hasta que su amo, que la seguia al galope, la salvó de ellas. Acudímos todos á ver el primer ensayo de docilidad del águila cazadora, excepto Santiago, que se quedó en el campo para probar la destreza del chacal, patentizando el resultado de los adelantos que habia obtenido su maestro, pues en ménos que se dice atrapó una docena de codornices, que el niño nos enseñó á nuestra vuelta.

Esta excursion á las nuevas posesiones fue señalada con una invencion de mi esposa. Cuando llegó la hora de la comida, ántes de servirla, para abrir el apetito nos tuvo preparada una bebida compuesta de harina de maíz destilada en