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CAPÍTULO XXV.

agradable la estacion de las lluvias nos daba valor y hacia olvidar cada dia el cansancio y fatiga de la víspera.

Además, nuestro albergue de Zeltheim tenia ya sus atractivos; nos proporcionaba recursos para la subsistencia, y fue ocasion de aprovechar otros con los que no se contaba. Por de pronto allí habia el estanque y las junqueras, morada de los patos, ánades y gansos; la playa nos suministraba tortugas juntamente con los huevos que estas depositaban en la arena; y el arroyo, con sus cristalinas aguas, ostras, almejas y cangrejos, con otras especies de mariscos y variedad de pesca, que proveian nuestra mesa de manjares exquisitos y variados.

Una mañana que salímos temprano de Falkenhorst (donde ya no se permanecia sino para dormir) con objeto de verificar una excursion á la Bahía del salvamento, fuímos testigos de un singular espectáculo. Agitadas las aguas en determinado espacio con un movimiento extraordinario cual si en ebullicion estuviesen, revoloteaban por cima de ellas multitud de aves marinas que movían confusa algazara, y tan pronto se posaban en aquel hervidero como se levantaban á grande altura, cruzándose unas con otras en círculos como si obraran por un pensamiento uniforme ó se movieran guerra. A más de eso el fenómeno iba complicando su aspecto; sobre aquella superficie donde reflejaba el sol sus nacientes rayos, aparecian de vez en cuando luminosos puntos y como llamas fosfóricas que reproducidas y extinguidas succesivamente no daban lugar á conocer su orígen. De pronto aquella masa hirviente se dirige á la bahía donde estábamos observándola. Ni la aproximacion del fenómeno pudo sacarnos de la curiosidad en que estábamos. Cada cual lo explicó á su manera: Federico se imaginó que sería un volcan submarino; Ernesto opinaba que allí habria algun mónstruo ó cetáceo gigantesco como ballena ó cachalote [1], y que las aves le seguian con objeto de devorar los peces que el animal soliviantaba con sus movimientos. Los más jóvenes, en quienes tenia mejor cabida la idea de lo sobre natural y maravilloso, casi veian sirenas, hombres marinos, ú otros seres fantásticos habitantes de las ondas, cuyas fabulosas historias habian oido contar en las veladas.

—Si deseais conocer la causa del fenómeno, les dije, no es nada de lo que os figurais, sino pura y sencillamente un banco de arenques que baja todos los años de los mares del Norte. Suponiendo que tan corta explicacion no estará á vuestro alcance, responderé de antemano á las preguntas que me habiais de hacer.

«Llámase bancos de arenques á una grandísima multitud de estos peces, que yendo en columna cerrada semejan un banco de arena en medio de la mar, co-

  1. El cachalote (physeter) corresponde al género de mamíferos perteneciente al órden de los cetáceos. Es parecido á la ballena, y algunos son tan grandes: pero son más ágiles y están mejor armados. Este género contiene muchas especies cuyos caractéres aun no han sido bien determinados. En alguna existe una concrecion en sus intestinos de la que se saca la sustancia aromática llamada ámbar gris. (Nota del Trad.)