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EL ROBINSON SUIZO.

en ella la suave y blanda temperatura que se disfrutaba, abandonámos el infecto y ahogado domicilio en que pasáramos el invierno, instalando la familia por segunda vez sobre el árbol protector que afortunadamente se encontró sin el más mínimo deterioro.

Cuando todo volvió á su antiguo órden, mi esposa siempre activa y laboriosa mostró deseos de que me ocupase en la preparacion del lino. Durante la forzada reclusion ya la habia proveido de rueca, husos y correspondiente devanadera, y estaba cada vez más impaciente por manejar cuanto ántes esos útiles. Para adelantar la faena, enjugué muy bien al calor del hogar varios manojos de lino crudo, que repetidas veces pasé por la carda, logrando así presentarla copos á cuál más finos, que en seguida puso á la rueca de caña que la tenia preparada; comenzó á girar el huso entre sus dedos y pronto se cubrió de hilo consistente, que por completo colmó sus esperanzas. Encantada mi esposa con tan grata ocupacion que la recordaba las veladas de su mocedad, se entregó á ella con tanto ardor que iba y venia de una parte á otra con la rueca al costado y el huso en la mano sin soltarlos. Tomó por su cuenta á Franz, para que la ayudase, y miéntras hilaba, el niño hacia madejas.

Por su gusto hubiera ocupado á todos sus hijos en semejante tarea; pero hallándoles poco propicios sólo pudo recabar de Ernesto que hilase alguna vez, en particular cuanto temia se le llamase para cosas de fatiga. Federico y Santiago, siempre activos, preferian correr en completa libertad.

Pero era menester utilizar sus correrías reconociendo el estado de las labores y edificios, ya para visitarlos, ya para reparar los estragos que pudiera haber causado el mal tiempo. Zeltheim por de pronto habia sufrido mucho más que Falkenhorst; la tienda de campaña estaba derribada, las estacas arrancadas, y la mayor parte de las provisiones deterioradas por la lluvia; la pinaza únicamente permanecía intacta; no así la primitiva balsa, que sin duda se hizo trizas, pues ni rastro encontrámos. La pérdida más sensible fue la de dos barriles de pólvora, que quedaron del todo inutilizados.

Estos contratiempos obligáronme á buscar para el inmediato invierno un sitio más á propósito para resguardar las provisiones y un lugar más adecuado para albergarnos.

Remediados los daños, comencé á discurrir el medio de efectuar el proyecto de Federico, el cual consistia en minar el peñasco para refugiarnos en la cavidad que resultara, á imitacion de Robinson, su modelo. Examinando despacio el granítico muro que ante nosotros se alzaba, veia difícil si no imposible aportillarlo, mayormente cuando habia resuelto no emplear ni un gramo de pólvora en ensayos, que si bien diesen resultado, lo cual era incierto, nunca igualaban al positivo é indisputable valor de un artículo que, si no era alimenticio en sí mismo, constituia uno de los medios de proporcionar la subsistencia y otro más interesante todavía: el de la propia defensa. Sin embargo, como era preciso hacer algo