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CAPÍTULO XXIV.

bre el onagro, que Federico montaba; Ernesto se hizo cargo de las dos aves, y yo como lo más delicado tomé por mi cuenta los huevos, que abrigué, para que conservaran el calor y pudiera la madre acabarlos de empollar, enriqueciéndose así el corral con otra familia. No salió fallida mi esperanza, y en el momento de llegar á nuestra morada, confié el precioso depósito á mi esposa, quien se dió tanta maña para tranquilizar á la pobre gallineta asustada cuidándola, que á pocos dias nos dió quince pollos, que se avinieron a vivir con los otros.

Trascurrió algun tiempo sin que nadie se acordase de la yerba que Ernesto trajera á su hermano para que jugase, hasta que intentando aquel un dia, estando yo presente, tejer con ella un látigo para Franz, acerquéme á ver lo que hacia, y noté la blandura y flexibilidad de las hojas, que abiertas y examinadas despacio conocí ser el verdadero phormiom tenax ó lino de la Nueva Zelanda [1]. Era un descubrimiento de la mayor importancia, y cuando se enteró mi esposa se puso loca de alegría.

—Vengan, vengan cuantas hojas encontreis, dijo; estoy enterada de todo lo concerniente á la preparacion del lino y cáñamo, y cuando lo vea en copos, y se haga rueca, ó al ménos huso, me veréis hecha una hilandera de primer órden, y tendrémos hilo de sobra para que el año que viene esteis provistos de camisas, calzoncillos y blusas de buena tela. ¡Por Dios, cuantas podais!

La prontitud con que mi laboriosa consorte se gozaba con los resultados del descubrimiento, no pudo ménos de hacerme sonreir. En cuanto á los niños, habituados desde la infancia á secundar cualquier deseo de su madre, montaron en sus corceles, Federico en el onagro, y Santiago en el búfalo, saliendo á escape y á las dos horas estaban ya de vuelta trayendo cada uno en la grupa un grandísimo haz de lino, que presentaron á su madre. Al ver tanta cantidad reunida dije:

—Será preciso que ayudeis á mamá en su preparacion.

Al dia siguiente tempranito todos estábamos en el Pantano de los flamencos. Detras venía la carreta con el lino á manojitos, que se sumergieron entre cieno y agua, sujetos con piedras para que permaneciesen en el fondo. A los pocos dias de esta operacion, cuando se habia descompuesto la parte herbácea, se sacaron los manojos y se pusieron á secar al sol. Un dia bastó para que se enjugaran, y ya no faltó sino quebrantar los tallos y reunir en copos la hilaza que los cubria. Terminada la faena se trajo el lino á Falkenhorst para conservarlo, prometiendo á mi esposa, para cuando llegase la estacion de las lluvias, época oportuna para las subsiguientes operaciones para su definitiva preparacion, máquina para tejer, peines para cardar, husos, ruecas y cuanto fuese necesario para sacar todo el partido posible del lino.

  1. Este lino (linum perenne), resiste al frio del invierno, y puede cultivarse en las regiones glaciales. Difiere del comun por lo grueso de sus raíces é infinidad de tallos; su hilaza no es tan buena como la del comun; pero sus productos son más abundantes, prosperando hasta en terrenos pobres (Nota del Trad.).