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EL ROBINSON SUIZO.

que para comer, eceptuando el búfalo; los pollos eran sus predilectos á quienes mimaba con cariño y solicitud maternal; prodigábales sin tasa sus cuidados, y léjos de quejarse por el aumento de faena que la diminuta grey la causaba, la veíamos cada vez más contenta y satisfecha.

Aproximábase ya la estacion de las lluvias, ó lo que era lo mismo el invierno, y fue preciso pensar en construir una bien resguardada cuadra para abrigar los animales, que hasta entónces habian estado al raso, y preservarlos del rigor de la intemperie. Las raíces de nuestro árbol sirvieron de armazon al nuevo departamento; con cañas de bambú partidas, bien juntas, y rellenando los huecos con arcilla, musgo seco y encima una capa de alquitran bien espeso, arreglóse un techo tan firme, que pudo servir de azotea con la correpondiente baranda y entrada abierta en la misma escalera, en la cual colocámos una puerta, y hasta se podia pasear por ella. Por medio de tablones sujetos á las raíces se alzaron tabiques, y así conseguímos tener al pié de la habitacion una serie de piezas bien dispuestas y ordenadas para que cupieran las provisiones, con suficiente sitio para estar cómodamente los animales. Al lado se dispuso un pajar para conservar el heno, la paja y el pienso destinado á las bestias. Terminada la obra, no se pensó sino en el acarreo de provisiones. Las patatas y la yuca obtuvieron, como era de presumir, el local preferente.

Una tarde que regresaba con los tres hijos mayores de acopiar patatas y bellotas, miéntras Franz y mi esposa iban con el carro, maese Knips, compañero inseparable de Ernesto, desapareció de repente en un matorral espeso, de donde á poco oímos un pio pio extraño y aleteo como de aves asustadas; Ernesto acudió á ver lo que era, y nos llamó en seguida diciendo:

—¡Corra V., corra V., papá! el mono nos ha proporcionado un gran hallazgo; está á vueltas con una gallineta silvestre; todo su afan es comerse los huevos, y el gallo que tambien está, pugna para defenderlos. ¡Ven, Federico! verás qué gracioso es esto.....

Despues de arrendar á un tronco al onagro acudió presuroso, y ápoco apareció con el gallo y su pareja seguido de Ernesto, que llevaba un nido de yerba seca colmado de huevos.

Era una adquisicion preciosa y debida á maese Knips, cuyo gloton instinto nos sirvió en esta ocasion. Liámos las patas á ambas aves, y los huevos se metieron en la copa del sombrero de Ernesto, sin que esto le hiciera abandonar el nido, admirado de la clase de yerba que lo componia, muy abundante en las cercanías, cuyas hojas relucientes y puntiagudas parecian espadas.

—Ya tendrá Franz con que divertirse, dijo al enseñarlas; de seguro que hará sables con ellas.

Preocupado con la importante captura, no paré atencion en lo que decia Ernesto, y ménos viendo que la noche se nos venía encima y que teníamos que andar de prisa para llegar con luz á casa. El saco á medio llenar de patatas se cargó so-