Página:El Robinson suizo (1864).pdf/176

Esta página ha sido corregida
154
EL ROBINSON SUIZO.

papá, el leon, la hiena y la manada de chacales! ¡Es nuestro buen amigo el asno, que arrepentido de su extravío, acude al hogar doméstico alegre y entonando su cántico ordinario por habernos encontrado!

En efecto, por los claros de los árboles, hácia donde mi hijo señalaba vímos todos al fugitivo que á paso lento se acercaba, parándose á trechos para despuntar alguna yerba ó rebuznar con más descanso. Pero lo más gracioso era que no venía solo: acompañábale otro animal de su raza, aunque de más esbeltas y agraciadas formas. Cuando estuvo cerca con satisfaccion conocí que era un onagro ó asno montaraz [1], cuya adquisicion con el tiempo nos sería de grande utilidad; y si bien los naturalistas afirmaban que de todo punto era imposible domesticarlo, quedó resuelto emplear todos los medios para cogerlo.

Como era factible que huyese al aproximarnos, encargué el mayor silencio; Federico y yo nos preparamos para alcanzar tan importante conquista. Dióme el mozuelo una cuerda, que até á las raíces del árbol, miéntras en el otro hice un nudo corredizo, hendí por medio hasta cierto punto un bambú de dos tercias de modo que formase como una tenaza para sujetar con ella el hocico del animal, si lográbamos acercarnos. En esto el asno doméstico y su compañero iban adelantándose, el primero, como conocedor del terreno, hacia al parecer los honores á su nuevo camarada, y ambos de paso pastaban la yerba.

Provisto del nudo corredizo y las pinzas, avanzámos, yo ocultándome en los troncos de los árboles para que no me vieran, y Federico á la distancia que le permitia la longitud de la cuerda. Á la vista del niño que iba delante, el onagro alzó la cabeza y retrocedió, demostrando más sorpresa que espanto, pues era sin duda Federico el primer sér humano que encontraba; y como este permaneciese inmóvil, el animal siguió tranquilamente paciendo; el asno, como más dócil y reconociéndome, merced tambien á unos cuantos puñados de sal que le ofreció, se vino hácia Federico, siguiéndole confiado su montaraz compañero, y cuando estuvo á alguna distancia, mi hijo le arrojó el nudo corredizo al cuello, y el bruto quedó preso, pues cuando quiso tomar el tole, dando un grandísimo brinco, este esfuerzo le apretó más el nudo, en términos que medio sofocado y con la lengua fuera cayó al suelo; acudí al punto, y le sujeté el hocico con la tenaza de bambú, atando los dos cabos para que no pudiera desprendérsela. El dolor que le causara aquella presion le domó lo suficiente para que pudiéramos estar cerca sin riesgo alguno, y trabarle como cuando se hierra un caballo resabiado. Corté el nudo, que reemplacé con el cabestro del asno, y despues de bien asegurado á un grueso tronco, le dejámos descansar un poco.

  1. Onagro viene del latin onager, que significa asno silvestre ó montaraz. Este es el tipo natural del doméstico, con la diferencia de tener los remos más largos y delgados, el pecho estrecho, la frente chata, las orejas más cortas, la cabeza pequeña y erguida, y el cuerpo manchado de diversos colores. El Asia fue su cuna, y allí es donde aun se encuentra esa especie. (Nota del Trad.).