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CAPÍTULO XIX.

tambien un foso al rededor del polvorin para preservarlo de la humedad, rellenando con alquitran y musgo seco el espacio que quedaba entre las calderas y la tierra en que aquellas asentaban, precauciones sugeridas por mi esposa, á la que causaba espanto sólo imaginar los funestos resultados que pudiera tener una explosion.

Miéntras tan importantes trabajos absorbian nuestra atencion, mi esposa advirtió que los gansos y los patos habian hecho cria en la junquera por la turba de polluelos que en pos llevaban. Este aumento de volátiles causó gran satisfaccion á todos, y los niños los domesticaron pronto echándoles migajas de pan y desperdicios de la mesa.

Otra semana nos detuvieron en Zeltheim las últimas disposiciones que se tomaron para la completa seguridad de aquel punto y de los abastos y demás efectos que en él se custodiaban. Cuanto ántes deseábamos todos regresar á la morada aérea para encontrar el descanso y bienestar que allí nos aguardaba, y así, apresurando la salida, en alegre caravana partímos para Falkenhorst.