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CAPÍTULO XIX.

de estaban los repuestos de armas, municiones y comestibles, no contentos con la parte de recreo pensámos igualmente en lo respectivo á su defensa, haciendo allí una especie de plaza fuerte, para lo cual se cercó con una valla impenetrable compuesta de zarzas y otros arbustos espinosos, que al mismo tiempo que favoreciesen con su sombra la vegetacion del pasto, sirviesen de defensa, no sólo para impedir la entrada á las fieras ó cualquier otro animal dañino, sino hasta para sostener un asedio formal, si las circunstancias obligasen á encerrarnos contra los salvajes que pudieran atacarnos y á quienes fuera dificultoso salvar aquella muralla natural. Igualmente se fortificó el puente cuyas tablas se levantaban para interceptar el paso, y en un collado que dominaba ambos puntos se construyó una batería que se artilló con los dos pedreros de la pinaza. Zeltheim quedó pues convertido desde entónces en verdadera ciudadela.

La ejecucion de estos trabajos nos ocupó más de tres meses, sin que se nos olvidase suspenderlos los domingos y demás dias festivos que la Iglesia prescribe. A los ejercicios piadosos de costumbre añadí especiales gracias al Señor por la salud y robustez de los niños, que léjos de alterarse por tan continuadas fatigas, por el contrario se desarrollaban cada vez más proporcionándoles el suficiente vigor, de tal manera que despues del rudo y asíduo trabajo de la semana, los dias de fiesta se entregaban á sus juegos y ejercicios gimnásticos, de saltar, correr, trepar por los árboles y echar el lazo; y así pronto me convencí de que el cambio de ocupacion sirve más de descanso que el reposo y sosiego.

Todo iba á pedir de boca en nuestra reducida colonia; contábamos con alimento sano, seguro y abundante; una sola necesidad era la que ya se iba haciendo sensible y la que más me inquietaba, que era el mal estado de la ropa tanto interior como exterior, y el modo de reemplazarla. A pesar del cuidadoso esmero de mi laboriosa esposa, todos los vestidos y ropa blanca se iban deteriorando á toda prisa. Sin embargo recordé que en el buque naufragado que tantas cosas nos proporcionara, quedaban todavía cajas de lienzo, paños y otras telas; pero la continuacion de tantos trabajos diferentes y en cierto modo indispensables me habia impedido hasta entónces hacer otro viaje. El deseo de saber el estado en que se encontraba el pobre buque y las necesidades apremiantes me decidieron á hacer con la pinaza una excursion marítima, que anuncié á mi esposa añadiendo que sería la última.

Aprovechando el primer dia de calma, puse el proyecto en ejecucion. Encontrámos el casco del buque casi en el mismo estado en que lo habíamos dejado despues de la explosion Seguia encallado entre las rocas, con algunas tablas ménos que el viento y las olas habian desprendido y arrojado á la playa.

Recorrímos las cámaras en donde encontrámos cosas de provecho que fueron trasladadas á nuestra embarcacion; las piezas de tela y de paño no quedaron olvidadas, así como otros efectos que por falta de tiempo en los viajes anteriores habian sido postergados. Luego descendímos á la bodega, donde hallamos, como