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CAPÍTULO XVIII.

de seis piés de profundidad, por otros tantos de extension, cuyas paredes y compartimientos están construidos con tal arte y solidez como si la inteligente mano del hombre los hubiese edificado.

Esta leccion de historia natural que mi hijo escuchaba con el más vivo intere, nos distrajo en términos que no reparámos en que así se retardaba la vuelta. Llegámos á ver otros árboles para nosotros desconocidos: tenian de cuarenta á sesenta piés de elevacion, y de su resquebrajada corteza salian globulillos de una goma espesa. Federico desprendió uno con trabajo porque la goma se habia endurecido con la accion del aire; sin embargo, conservándolo en la mano, el calor lo fué dilatando; quiso despues romperlo, mas no pudo, y al soltar una de sus partes, el todo recobró su primera forma. Sorprendido del descubrimiento se vino hácia mí diciendo:

—¡Papá! ¡he encontrado goma elástica!

—¡Será posible! dije; si es cierto, has hecho un descubrimiento bien precioso.

Mi hijo creyó que hablaba en broma.

—Ya veo, prosiguió. ¿Para qué nos puede servir la goma elástica? como no tenemos que dibujar, nada hay que borrar con ella.

—Te he hablado formalmente; le dije; el árbol que tienes delante es el que llaman del cautchú.

Referíle las diferentes aplicaciones de esta goma, que no sólo sirve al dibujante, sino que con ella se labra un tejido impermeable, añadiendo que nos podria servir para obtener calzado á propósito para la estacion de las lluvias, impenetrable á la humedad.

Como estas palabras llamaron la atencion del niño, fue preciso explicarle el medio de llevarlo á cabo.

—El cautchú, proseguí, es la misma goma desprendida del árbol que estamos viendo; cae gota á gota, y se la recibe en vasijas, donde no se la deja solidificar, trasladándola á otras de barro, que se ponen al humo de un fuego de leña verde, por lo cual toma el color negro con que se conoce en Europa. Despues por medio de moldes se la da la forma que se quiere, uniendo capas sucesivamente, por cuyo sencillo procedimiento, que la experiencia te demostrará, verás como obtenemos calzado y ropa impermeables, que nos será de la mayor utilidad.

La esperanza de poderse calzar pronto botas con las que impunemente se pudiesen hollar los cardos y otras plantas espinosas, dió nuevo ardor á nuestras piernas. Nos internámos algun tanto más por un bosque sin fin, donde se hallaban reunidos árboles de mil especies. Por los cocoteros brincaban y gesticulaban infinidad de monos de todos tamaños, que nos fuéron arrojando cocos hasta hacer una regular provision. Entre las palmeras que los producian reparé en algunas de menor elevacion, cuyas hojas cubiertas de una especie de polvillo