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EL ROBINSON SUIZO.

blancas del tamaño de un garbanzo [1] cubiertas de una substancia pegajosa; y apretando una entre los dedos reconocí que era cera, y en la planta, el myrifica cerifera, ó árbol de la cera que la produce buena para hacer bujías. Celebré el descubrimiento, por lo que me lo agradeceria mi esposa, quien diariamente se lamentaba de la falta de luz durante la velada, que nos obligaba á acostarnos á la puesta del sol, como las gallinas. Por lo tanto ántes de ir más léjos, entre Federico y yo recogímos las suficientes bayas para llenar un saco, de cuya conduccion se encargó el asno.

Prosiguiendo el camino mil interesantes objetos que á cada paso se nos presentaban hacíannos olvidar el cansancio; ora eran flores de belleza sin igual, que hubieran lucido en los más ricos jardines; ora mariposas cuyos variados colores competian con los de las flores; y por último, aves de todas formas y especies con los más pintados y brillantes plumajes. Habiendo Federico visto por casualidad un nido, trepó al árbol donde estaba, sacando de él un papagayo pequeñito de la última cria, que estaba ya para tomar el vuelo, y lo guardó en el seno con designio de criarle y enseñarle á hablar con el tiempo. Algo más léjos, vimos una especie particular de aves, que al parecer viven juntas en un grandísimo nido. Aquel estaba esmeradamente labrado en el nacimiento de las ramas principales, y compuesto de paja, yerbas secas, musgo y tierra amasada, al abrigo del sol é impermeable á la lluvia. Tenia la forma de una grande esponja, á causa de las numerosas aberturas que daban entrada á las viviendas de cada pareja respectiva. Multitud de papagayos mezclados con los habituales de esta colonia revoloteaban, disputando á los propietarios la entrada y posesion de sus nidos. La curiosidad me incitó á examinar de cerca tan interesante tribu para reconocer su especie, y así dije á Federico que trepase al árbol para ver si podia coger vivo alguno de aquellos pájaros, como así lo hizo, metiéndoselo en el bolsillo. Permanecímos largo rato admirando aquella nueva maravilla, y como se iba haciendo tarde, se estuvo en el caso de pensar seriamente en aprovechar el que restaba, suspendiendo la contemplacion de aquella colonia plumífera. Este encuentro hizo recaer la conversacion por el camino sobre lo que la historia natural refiere acerca de otros animales que viven igualmente en sociedad: trajimos á colacion la industria de las marmotas, y sobretodo la de los castores que edifican casas y pueblos, y aun diques y murallas capaces de resistir á las inundaciones hasta el punto de hacer variar el curso de los rios, para establecerse en las lagunas y pantanos que deja el agua al retirarse. Tambien se mencionarnos las abejas, y lo que es más portentoso, los inmensos y artísticos hormigueros de América, que con increible paciencia lleva á cabo la especie de hormiga llamada cephalote; hormigueros que son otros tantos laberintos de más

  1. Se da el nombre de baya en botánica á todo fruto carnoso desprovisto de huesecillos. En lenguaje vulgar se limita esta denominacion á los frutos pequeños, pero en el científico se comprenden todos (Nota del Trad.).