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CAPÍTULO XV.


Tercer viaje al buque.—Los pájaros bobos.—La yuca y su preparacion.—El cazabe.


Al clarear la siguiente mañana, sin despertar á ninguno de los niños, me levanté y bajé la escala sin ruido, con intencion de ir á la playa por ver el estado de las dos embarcaciones que se quedaron á merced de las olas. Cuando estuve al pié del árbol encontré que los animales habian madrugado mas que yo; los perros saltaban alegremente á mi alrededor, los gallos cantaban y batian las alas, las cabras pastaban la yerba aun cubierta de rocío, y solo el asno, que únicamente era el que necesitaba en aquel momento, estaba todavía sumergido en las delicias del sueño, y no le halagó en verdad la preferencia que le dí al despertarle, para que me acompañase en el paseo matinal que proyectaba; pero á pesar de su repugnancia le uncí al trineo, y seguido de los perros me encaminé hácia la costa, fluctuando entre el temor y la esperanza; hasta que al llegar, ví alborozado que á ninguna de las dos embarcaciones le habia sucedido el menor percance. Los lingotes de plomo que las sujetaban fueron bastantes para protegerlas contra la marea, y si bien el oleaje las habia movido un poco, se conservaban sin embargo en buen estado. Sin perder tiempo cargué moderadamente el trineo para no cansar demasiado al asno y llegar más pronto á Falkenhorst. El animal agradeció sin duda mi consideracion hácia él, y para recompensarle trotó de manera que llegámos á casa ántes de la hora del desayuno. Mas juzgad de mi sorpresa al no ver á nadie levantado ni oir el menor ruido. Inquieto, trepé por la escala más que de paso, y al estrépito que causé al entrar en la habitacion, mi esposa fue la primera en despertar asombrada al ver el sol tendido por todas partes.

—Es preciso, me dijo, que estos colchones tengan oculta alguna mágica influencia, que me haya hecho dormir tanto y tan profundamente; y no es lo malo eso, sino que parece que es contagiosa, porque los niños, que ordinariamente se despiertan con el dia, no parecen muy dispuestos á dejarlos.

—¡Arriba! ¡arriba! ¡holgazanes! les dije á voces, despabilarse pronto, fuera