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esplotado como aperturas semejantes á las estrellas que tantos entusiastas piadosos vieron ser las ventanas del cielo por donde la gloria interior refleja sobre el mundo esterior; y como era consiguiente se abandonó al exámen de estas estrañas opiniones, que Bacon señaló solo con el objeto de dar á conocer á los hombres los errores, y la vanidad de la filosofia.

Hermann las miró bajo otro punto de vista, y cuando su tutor le amonestaba por el tiempo que perdia en vagas averiguaciones, le respondia siempre con un corto apotegma al que ninguna respuesta podia darse. «Si estas nociones, decia, no hubiesen estado de vez en cuando fomentadas por la naturaleza, la fé que el mundo, el mundo vulgar si quereis, tiene en ellas, se hubiera ya desvanecido, como el recuerdo de un sueño.»

Antes de cumplir diez y ocho años, el conde Hermann se habia hecho dueño de todos los conocimientos en que su tutor podia dirigirle y no requiriendo ya su enseñanza el padre Gregorio volvió á su convento, despidiéndose de su discípulo con pesar, porque preveia que dueño de su alvedrio, Hermann ó desperdiciaria su tiempo en inútiles pesquisas que él creia científicas, ó abandonaria por completo toda clase de estudio, y se entregaria al libertinage.

Concebia que su ardor no admitia ni riendas ni razon; y conocia Gregorio que el uso que de sus conocimientos hacia ya, era tan solo para satisfacer su egoismo; de manera que constantemente mostraba hallarse por completo libre del influjo de la moralidad y los buenas sentimientos. Los temores del monge no eran infundados, porque á pesar de ser las conmociones políticas de aquella época bien calculadas para despertar el ardor de un jóven valeroso descendiente de nobles y distinguidos héroes, el conde Hermann ninguna parte tomaba en ellas. Las presenciaba, las escuchaba, como el rugido del mar al romper las olas sobre la playa, y se entregaba con mas afan á sus amados estudios.

Un nuevo acontecimiento, poco despues de la partida del tutor, tendió á aumentar la asiduidad preternatural del conde, dejándolo dueño completo de su libertad. Su padre murió, y heredó sus inmensas riquezas, y estensas posesiones; y concibiendo que sus recónditos estudios pudieran ser ayudados por los conocimientos de los sabios en las bibliotecas de sus colegios, y que sus goces pudieran hallar aumento en el estudio de las maneras de las distintas naciones, en las cortes y capitales populosas, se decidió á pasar algunos años en visitar los sitios de mas nombradia en el mundo.

Por consiguiente, partió con el designio de pasar algun tiempo en las mas célebres universidades, como igualmente en las ciudades mas notables: despues pasar á Constantinopla, de alli á Syria, Palestina y Egipto, y detenerse algun mas tiempo en este último punto en algun monas-