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guna parte he encontrado la insolencia mas en su pusto que aqui.

—Vuestra repentina huida le hace á V. muy sospechoso. ¡Por qué huia V?

—Porque me faligaba ya ser la mofa de este soez populacho.

—V. amenazó de hacer fuego.

—No estaba cargada la pistola.

Se examinó, y se halló ser cierto lo que decia el prisionero.

—¿Por qué traía V. armas ocultas?

—Me habian aconsejado hacerlo asi, á causa de un cierto Wolf que infesta con sus robos y correrias esta comarca.

—La desfachalez con que hasta ahora ha contestado V. á mis preguntas, en manera alguna recomiendan su carácter: quiero, sin embargo, dejarle tiempo hasta mañana para que reflexione si no le estaria mejor descubrirme la verdad.

—Mañana repetiré lo que he dicho hoy.

—Que conduzcan el prisionero á la torre, dijo el juez á los alguaciles que presentes estaban.

—A la torre!... Señor magistrado mirad bien en lo que haceis, que si hay justicia en esta tierra me habeis de dar una cumplida satisfaccion de este agravio.

—Si os la daré cuando le haya absuelto

Bien se le ocurrió á la mañana á el magistrado que podia ser inocente, y que de un modo ú otro sus imperiosas palabras no habian de hacer el apetecido efecto en el ánimo del prisiorero. Asi que determínó usar con él de corteses razones. Reunió el jurado, é hizo comparecer al prisioiero.

—Perdone V. si ayer le traté con dureza, pues raras veces logramos dominar nuestros afectos en los primeros momentos.

—Con infinito gusto,

—La severidad de las leyes y las sospechosas circunstancias que le acompañan, me precisan á examinarlo á V. con detenimiento. Las apariencias hablan contra V., y desearia sin embargo me dijese V. algo que las desvaneciera.

—¿Y si nada supiese?

—Entonces daria mi informe al tribunal superior, y V, quedaria entretanto prisionero aqui.

—¿Y despues?

—Despues seria V. espulsado á latigazos, como un vago del pais, ó iria V. á servir al rey.

Calló el prisionero, y los pocos minutos que duró su silencio parecía que opuestos sentimientos combatian en reñido combate su alma: e dirigió con gran vehemencia al magistrado, y le dijo.

—Podria tener una conferencia privada con V.?