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mas delgada; estaba mas pálida, y parecia mas delicada que su fogosa vecina: ambas á porfia procuraban agradarme, pero mi corazon escogió á la tímida Maria.

—Ya ves, hermano Wolf, dijo el hombre que alli me habia traido, ya ves cumo vivimos, cada día es semejante al pasado, ¿no es así, camaradas?

—Todos como el presente, repitió toda la banda.

—Pues decidete á seguir nuestro modo de vivir, y sé nuestro capitan, hasta ahora lo he sido yo, pero gustoso te cedo el puesto: ¿qué os parece, compañeros?

«Un alegre si salió de todos los pechos.

«Mi cabeza ardia: estaba embriagado, y mi sangre hervia con el vino y la alegria. El mundo me habia desechado como un apestado; aqui hallé cariño fraternal, buena vida y honores. Cualquier camino que quise escoger me conducia al cadalso; aqui á lo menos podia vender cara mi vida. Amor habia sido siempre mi pasion favorita: el otro secso me habia hasta ahora despreciado, en este sitio esperaba dichas y favores. Poco me costó determinarme.

—Soy de los vuestros, camaradas, dije adelantándome entre ellos; pero con una sola condicion, que se me ha de ceder la hermosa Maria.

«Todos vinieron en ello, y yo vine á ser poseedor de una muger perdida, y capitan de ladrones.»

Aqui cesó de seguir su historia: lo abominable de ella no tendria nada de interesante para el lector. Un desgraciado que habia ascendido hasta tan bajo, se permitió toda clase de escesos que repugnan á la humanidad: sin embargo, jamás volvió á asesinar.

La fama pronto se esparció por toda la comarca. Los caminos no estaban ya seguros; nocturnas tropelías y robos inquietaban á los moradores, y el nombre de Wolf el posadero se hizo temible; la justicia ofreció una crecida suma por su cabeza. Fué tan felíz, que acertó á desbaratar los planes que se tramaron contra él, y bastante discreto para aprovechar las supersticiosas creencias que sobre él andaban en bocas de todos. Sus compañeros hacian correr la voz de que tenia pacto con el demonio, y como estuviese el distrito, teatro de sus fechorias, en la parte menos ilustrala de Alemania, le avino bien para la seguridad de su persona, porque no habia valiente en aquellos contornos que no huyera de hallarse cara á cara con un mozo que tenia asalariado al diablo

Pasó un año, y empezó á serle insoportable el género de vida que llevaba. La banda no llenó las esperanzas con que se habia halagado en la ilusion de la embriaguez y los placeres; descubrió cuan horrorosamente se habia engañado. El hambre y la miseria sustituyeron la aparente abundancia con que le cautivaron: ¡cuántas veces no espuso su vida pa-