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suerte, que ya no me creia tan desgraciado, y con la esperanza renació el amor á la vida: tan benéfico influjo tuvo la bien venida bebida. Tan desesperado estaba, que con el mismo diablo me hubiera asociado por tal de tener alguno à quien confiar mis dolores.

El del bosque se tendió en la verde yerba: yo segui su ejemplo.

—Tu hospitalidad ha reanimado mis fuerzas, solo te la puedo pagar con mi confianza.

Entretanto habia enccndido su pipa el del bosque:

—Hace mucho que andas en el oficio?

—¿Qué quieres decir con eso? me preguntó despues de haberme mirado atentamente.

—Digo que si ha corrido alguna vez la sangre por ese cuchillo que tienes en la cintura.

—¿Quien eres? dijo quitándose horrorizado la pipa de la boca.

—Un asesino como tu; pero aun soy novicio.

—¿De donde eres?

—A tres millas de aqui está el lugar que me vió nacer: soy Wolf el posadero de L.; quizá habrás oido ya de mi.

El del bosque se levantó como un poseido.

—¡Qué! ¿Eres Wolf el ladron de caza? esclamó.

—El mismo.

—Bien venido, camarada! Bien venido! vociferaba, y me apretaba poderosamente la mano. Cuanto me alegro de tenerte finalmente á mi lado. Dia y noche maquinaba como hacerte de los nuestros. Te conozco, conozco los sucesos de tu vida: hace micho que contaba contigo.

—¿Que contabas conmigo? ¿y qué esperas de mí?

—La comarca entera clama contra ti. La justicia te ha maltratado: los hombres le han ofenido; le han humillado. Wolf! ¿y por qué? porque has matado algunos javalies que el príncipe alimentaba en nuestras heredades, en nuestros cercados; por esto te han tenido años y años en el presidio; por esto te han desposeido de tus bienes, de tu oficio, y te han hecho un mendigo Hermano, hemos de ser peor tratados que las bestias que pacen en los bosques? y que un mozo como tu lo tolcre!

—¿Y qué he de hacer?

—De esto ya tratarémos; pero ahora dime de donde vienes, y que proyectos traes en la mente.

Le conté mi historia, y sin esperar á que le diese fin se levantó con impaciencia, llevándome tras si.

—Venid hermano Wolf, ha llegado la hora, y las circunstancias que tanto deseaba: fama y provecho adquiriré contigo. Sigueme.

—Y ¿adonde me llevas?

-No repliques, sígueme: y diciendo y haciendo, asió de mi, y á la fuerza me llevó con él.