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EL MUSEO UNIVERSAL

obligacion que ellos tienen de hacer esto con los enfermos despues que les han visitado dos veces; y el rey, conformándose de buen grado, mandóá buscar al maestro Márcos Berga, sabio religioso franciscano, con quien se estuvo confesando largo rato. El martes salió el Santísimo Viático de la Seo, con los préveres y todos los canónigos, en atencioná ser el monarca de Aragon otro de ellos, como lo es igualmente de la Seo de Valencia, asistiendo al rey, que estuvo muy edificante y compungido, los concelleres, prelados, sus ilustres nietos, etc., etc.

El jueves mandó que le trajeran de la Seo el velo de Nuestra Señora para adorarlo; acto en que mostró también grande edificacion, y despues dictó algunos codicilos, disponiendo entre otras cosas restituir á la Iglesia ciertos bienes que habia usurpado.

A media noche del domingo 17, le administraron la Estremauncion, conservando él bastante serenidad.

El lunes, perdida ya toda esperanza, diputaron á su vice-canciller Mossen Juan Pagés, caballero, para que haciéndole presente su estado se dispusiera á bien morir. El rey echó un sueño de hora y media, finado el cual pidió un crucifijo que estaba en un altarcillo aparejado junto á Su cama, y abrazado con él derramó copiosas lágrimas. Despues dictó una carta de despedida en castellano [1] á su hijo el Ilmo. don Fernando, rey de Castilla, y otra á su hija doña Juana, reina de Sicilia.— Durante esos dias, segun costumbre, los médicos se juntaban á menudo, daban cuenta al real Consejo del estado del enfermo, y de este relato se levantaba acta formal para perpetua recordacion.— Al anochecer del mismo lunes empezó el rey á agonizar, férvidamente abrazado con la cruz, y haciendo reiteradas protestas de fe. Al mediar la noche perdió el habla, y por fin espiró dadas las siete de la mañana, del martes 19 de enero de 1479.

LA CATEDRAL DE TARRAGONA.

Apenas hubo espirado el rey, echóse un bando para cerrar puertas y tiendas, y abstenerse de toda labor por espacio de tres dias. El cadáver fue embalsamado en la forma antigua, no obstante haber dispuesto lo contrario el difunto, en atencion á las ceremonias que debian a costumbre de la real casa de Aragon. Mandóse tambien pintar marragas ó sacos de luto para todos los familiares y palaciegos, y distribuir brumeta y paño negro para las gramallas y caperuzas que debían vestir las personas de mas autoridad (entre ellas el autor de esta noticia.)

El real difunto fue primeramente es puesto en su cama, muy bien aderezado, alumbrado y acompañado de clerecía; pero despues se le colocó en el gran salon del palacio mayor real, sobre una litera soberbiamente labrada, compuesta de un bonito catafalco y cuatro colchones, con su rico cobertor de raso, cobijando el todo

  1. Puede verse esta carta en el tomo II de la Historia de España el señor Cortada, Barcelona, Brusi, 1841.