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El Japón

las copas de los viejos árboles que se asoman por encima dejas murallas.

Este palacio fué construido por la familia de los Tokougavas, los shogounes que fundaron Yeddo, llamada hoy Tokio, la capital del Estado. Aun hoy se emplea los nombres antiguos para designar la residencia imperial: Tchiyoda ó Fonki-Hagué (Jardín del surtidor de agua).

Pocos son los privilegiados que han tenido la dicha de contemplar el maravilloso cuadro que encierran estas murallas grises que, después de franqueadas, parece que son como otras nuevas murallas. Entonces, una perspectiva de ensueño se ofrece á la vista, un paisaje delicioso en el cual las ramas sombrías de los cedros caen sobre el terciopelo claro del césped que se desvanece en lontananza. Sobre él brilla el inverosímil color carmesí de los arces, donde las gigantes camelias escalan los árboles, cerca de los altos bambúes, de los matorrales de malvas y de arbustos delicados, con flecos como plumas. Por entre los árboles, la vista abraza grandes espacios, corrientes de agua, puentes ligeros de laca púrpura, franqueando límpidos estanques; luego se extienden los campos y los arrozales, que el mismo Emperador debe sembrar y cosechar, en persona, según el rito secular, y más lejos aún, en el horizonte, todo un fabuloso agrupamiento de colinas.

Algunas veces este maravilloso paisaje se envuelve en una ligera nieve que es una belleza más.

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