aparezca un rincón de playa sobre una tabla de morera, con sus cangrejos, sus hierbas y sus caracoles y conchas marinas, ó ramas de oro cargadas de pájaros, atravesando las lomas, grullas de marfil volando sobre un lago de nácar, rodeado de rosas de plata, sobre las puertas de un aparador, ó bien el ligero cuarto creciente que aparece detrás de los pinos desmelenados, ó esta luna de metal que sale de una nube y forma el espejo de un estuche de tocador?
Es imposible estudiarlo todo, porque el más pequeño objeto llama nuestra atención.
He aquí un trabajo que, para los inteligentes, es una verdadera obra maestra; representa una pantalla donde aparecen dos haces de paja de arroz, suspendidos de una pértiga y una bandada de gorriones que busca su nido. Los pájaros son del mismo tono que las espigas entre las cuales se ocultan tan bien que es preciso mirarlos muy de cerca y buscarlos mucho para descubrirlos, y, en esto consiste justamente el encanto de esta especie de laca en la cual los tonos de los objetos se funden uno en otro, cosa, según parece, de dificilísima ejecución. Un magnífico biombo despliega sus hojas cerca de dicho objeto.
El motivo ornamental que escogió el artista es muy decorativo: la masa espesa y florecida de una selva. Sobre el fondo negro de la laca, todas las hierbas que nacen al azar en un terreno inculto, se enlazan y se entrecruzan en la más encantadora confusión y entre el follaje de color esmeralda, de ajenjo, de oro quemado,