piradora de hermosos cuadros y de entusiastas poesías, se alza desde que, en el año 285 antes de Jesucristo, surgió del suelo á causa de un violento temblor de tierra, alcanzando inmediatamente una altura de cerca de cuatro mil metros. Todos los japoneses están orgullosos de él y aman tiernamente al Fusi-Yama, en otro tiempo terrible volcán que, en el transcurso de los años, se ha apagado y parece dormido aunque en su cima sople incesantemente el viento y dé origen, con frecuencia, á violentas tempestades. ¿Permanece inactivo el monstruo? ¿Quién se atreverá á creerlo? En este país en el que la tierra vibra y oscila á cada momento, el cráter no ha dicho aún, seguramente, su última palabra. Acaso un día despierte y se trague las orgullosas casas de piedra que los japoneses de hoy prefieren á las antiguas moradas de madera.
Uno de los más célebres templos de Tokio, es el Asakusa, y está dedicado á Kuanon, la diosa de la Misericordia.
Un pórtico munumental, precedido de lámparas de piedra, dá acceso á él. A ambos lados del pórtico hay dos reyes guardianes, que son dos gigantes de rostros rojos y contrariados que mueven sus ojos feroces é inspiran terror, cuando se les conoce mal. Se sabe, sin embargo, que no son terribles más que con los pecadores impenitentes. No sólo guardan la entrada