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El Japón

—Porque no es conveniente pedir á las dos jóvenes á la vez. Cuando se haya decidido la suerte de la mayor, habrá tiempo de pensar en la más joven.

—Tienes razón—dijo Boitoro bajando la cabeza—¡Pobre amigo mío, cuánto se va á retardar tu felicidad!

—Esperaré—dijo Miodjin sonriendo tristemente. Los dos amigos volvieron á la ciudad, é inmediatamente fueron á la casa donde vivían las jóvenes.

Boitoro pidió prestado un taburete á un comerciante vecino y colgó la rama verde encima de la puerta de entrada de la casa de Futen; después se alejó y ambos se apostaron en la esquina de la calle para obervar.

Un criado de la casa, que salió al poco tiempo, levantó las narices y viendo la rama suspendida, volvió á entrar rápidamente. Algunos instantes después, salió la familia y miró la rama, entrando al poco tiempo.

—¡Ah!—gimió Boitoro quien no quitaba los ojos de la casa—¿me aceptará?

Volvió á abrirse la puerta y apareció una criada con una especie de banquito de laca verde. Seguíala Yamata pálida de emoción. Sostenida por la criada, la joven subió lentamente al taburete, desató la rama y se la llevó.

—¡Me acepta! ¡me acepta!—exclamó Boitoro, que atravesó corriendo la calle para entrar en casa de su prometida.

En su alegría, no vio la turbación de Miodjin quien, en lugar de seguirle, se apoyó en la pared con los ojos llenos de lágrimas.

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