si es, como vuestra merced dice, señor canónigo, dijo el cura; y por esta causa son más dignos de reprensión los que hasta aquí han compuesto semejantes libros, sin tener advertencia á ningún buen discurso, ni al arte y reglas por donde pudieran guiarse y hacerse famosos en prosa, como lo son en verso los dos príncipes de la poesía griega y latina.
—Yo, á lo menos, replicó el canónigo, he tenido cierta tentación de hacer un libro de caballerías, guardando en él todos los puntos que he significado; y si he de confesar la verdad, tengo escritas más de cien hojas; y para hacer la experiencia de si correspondían á mi estimación, las he comunidado con hombres apasionados desta leyenda, doctos y discretos, y con otros ignorantes, que sólo atienden al gusto de oir disparates, y de todos he hallado una agradable aprobación; pero, con