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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

agravios; veréis como no desface aqueste; aunque creo que no está acabado de hacer, porque me viene gana de desollaros vivo, como vos temíades.

Pero al fin le desató, y le dió licencia que fuese á buscar á su juez, para que ejecutase la pronunciada sentencia.

Andrés se partió algo mohino, jurando de ir á buscar al valeroso don Quijote de la Mancha, y contarle punto por punto lo que había pasado, y que se lo había de pagar con las setenas; pero, con todo esto, él se partió llorando, y su amo se quedó riendo.

Y desta manera deshizo el agravio el valeroso don Quijote, el cual, contentísimo de lo sucedido, pareciéndole que había dado felicísimo y alto principio á sus caballerías, con gran satisfacción de sí mismo iba caminando hacia su aldea, diciendo á media voz: «Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, ¡oh, sobre las bellas, bella Dulcinea del Toboso! pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido á toda tu voluntad é talante á un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer recibió la orden de caballería, y hoy ha desfecho el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad: hoy quitó el látigo de la mano á aquel desapiadado enemigo, que tan sin ocasión vapulaba á aquel delicado infante.»

En esto llegó á un camino que en cuatro se dividía, y luego se le vino á la imaginación las encrucijadas donde los caballeros andantes se ponían á pensar cuál camino de aquellos tomarían; y, por imitarlos, estuvo un rato quedo, y al cabo de haberlo muy bien pensado soltó la rienda á Rocinante, dejando á la voluntad del rocín la suya; el cual siguió su primer intento, que fué el irse camino de su caballeriza. Y, habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un gran tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban á comprar seda á Murcia. Eran cuatro, y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados á caballo, y dos mozos de mulas á pie. Apenas los divisó don Quijote, cuando se imaginó ser