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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

pudo haber en el mundo: él mismo llevaba por la mano á su casa, creyendo que llevaba el instrumento de su gloria, toda la perdición de su fama; recibíale Camila con rostro, al parecer, torcido, aunque con alma risueña. Duró este engaño algunos días, hasta que al cabo de pocos meses volvió fortuna su rueda, y salió á plaza la maldad con tanto artificio hasta allí encubierta, y á Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad.»

Tomo I.—94