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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

mucho enojo y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinación que había tenido; pero, como naturalmente tiene la mujer ingenio presto para el bien y para el mal más que el varón, puesto que le va faltando cuando de propósito se pone á hacer discursos, luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer irremediable negocio, y dijo á Lotario que procurase que otro día se escondiese Anselmo donde decía, porque ella pensaba sacar de su escondimiento comodidad para que desde allí en adelante los dos se gozasen sin sobresalto alguno; y sin declararle del todo su pensamiento, le advirtió que tuviese cuidado que, en estando Anselmo escondido, él viniese cuando Leonela le llamase, y que á cuanto ella le dijese, le respondiese como respondiera cuando no supiera que Anselmo le escuchaba.

»Porfió Lotario que le acabase de declarar su intención, porque con más seguridad y aviso guardase todo lo que viese ser necesario.

»—Digo, dijo Camila, que no hay más que guardar, si no fuere responderme como yo os preguntare: no queriendo Camila darle antes cuenta de lo que pensaba hacer, temerosa que no quisiese seguir el parecer que á ella tan bueno le parecía, y siguiese ó buscase otros, que no podían ser tan buenos.

»Con esto se fué Lotario, y Anselmo otro día, con la excusa de ir á aquella aldea de su amigo, se partió y volvió á esconderse; que lo pudo hacer con comodidad, porque de industria se la dieron Camila y Leonela.

»Escondido, pues, Anselmo, con aquel sobresalto que se puede imaginar que tendría el que esperaba ver por sus ojos hacer notomía de las entrañas de su honra, y verse á pique de perder el sumo bien que él pensaba que tenía en su querida Camila; seguras ya y ciertas Camila y Leonela que Anselmo estaba escondido, entraron en la recámara, y apenas hubo puesto los pies en ella Camila, cuando, dando un grande suspiro, dijo:

»—¡Ay Leonela amiga! ¿no sería mejor que antes que llegase á