fuerza y virtud este milagroso sacramento, que hace que dos diferentes personas sean una misma carne; y aun hace más en los buenos casados: que, aunque tienen dos almas, no tienen más de una voluntad; y de aquí viene que, como la carne de la esposa sea una misma con la del esposo, las manchas que en ella caen, ó los defectos que se procuran, redundan en la carne del marido, aunque él no haya dado, como queda dicho, ocasión para aquel daño; porque, así como el dolor del pie ó de cualquier miembro del cuerpo humano, le siente todo el cuerpo, por ser todo de una carne misma, y la cabeza siente el daño del tobillo, sin que ella se le haya causado, así el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una misma cosa con ella; y como las honras y deshonras del mundo sean todas y nazcan de carne y sangre, y las de la mujer mala sean deste género, es forzoso que al marido le quepa parte dellas, y sea tenido por deshonrado, sin que él lo sepa. Mira, pues, ¡oh Anselmo! al peligro que te pones en querer turbar el sosiego en que tu buena esposa vive; mira por cuán vana é impertinente curiosidad quieres revolver los humores, que ahora están sosegados, en el pecho de tu casta esposa; advierte que lo que aventuras á ganar es poco, y que lo que perderás será tanto, que lo dejaré en su punto, porque me faltan palabras para encarecerlo. Pero si todo cuanto he dicho no basta á moverte de tu mal propósito, bien puedes buscar otro instrumento de tu deshonra y desventura; que yo no pienso serlo, aunque por ello pierda tu amistad, que es la mayor pérdida que imaginar puedo.
»Calló en diciendo esto el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensativo, que por un buen espacio no le pudo responder palabra; pero en fin le dijo:
»—Con la atención que has visto, he escuchado, Lotario amigo, cuanto has querido decirme; y en tus razones, ejemplos y comparaciones he visto la mucha discreción que tienes y el extremo de la verdadera amistad que alcanzas; y asimismo veo y confieso que, si no sigo tu parecer, y me voy tras el mío, voy huyendo del bien y corriendo tras