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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

si fuere largo, perdóname; que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado, y de donde quieres que yo te saque.

»Tú me tienes por amigo, y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad; aun no sólo pretendes esto, sino que procuras que yo te la quite á ti. Que me la quieres quitar á mí está claro, pues cuando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto es que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago una cosa tan fuera de aquello á que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite á ti, no hay duda; porque viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liviandad que me dió atrevimiento á descubrirle mi mal deseo; y teniéndose por deshonrada, te toca á ti, como á cosa suya, su misma deshonra; y de aquí nace lo que comúnmente se platica, que el marido de la mujer adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasión para que su mujer no sea la que debe, ni haya sido en su mano, con su descuido y poco recato, estorbar su desgracia, con todo le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo, y en cierta manera le miran los que la maldad de su mujer saben, con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que, no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desventura. Pero quiérote decir la causa por qué con justa razón es deshonrado el marido de la mujer mala, aunque él no sepa que lo es, ni tenga culpa, ni haya sido parte, ni dado ocasión para que ella lo sea; y no te canses de oirme; que todo ha de redundar en tu provecho.

»Cuando Dios crió á nuestro primer padre en el Paraíso terrenal, dice la divina Escritura que infundió Dios sueño en Adán, y que estando durmiendo, le sacó una costilla del lado siniestro, de la cual formó á nuestra madre Eva; y así como Adán despertó y la miró, dijo: Esta es carne de mi carne y hueso de mis huesos. Y Dios dijo: Por ésta dejará el hombre á su padre y madre, y serán dos en una carne misma; y entonces fué instituido el divino sacramento del matrimonio, con tales lazos, que sola la muerte puede desatarlos. Y tiene tanta