puedo enterarme en esta verdad si no es probándola de manera, que la prueba manifieste los quilates de su bondad, como el fuego muestra los del oro; porque yo tengo para mí ¡oh amigo! que no es una mujer más buena de cuanto es ó no es solicitada, y que aquella sola es fuerte que no se dobla á las promesas, á las dádivas, á las lágrimas y á las continuas importunidades de los solícitos amantes. Porque ¿qué hay que agradecer, decía él, que una mujer sea buena, si nadie le dice que sea mala? ¿Qué mucho que esté recogida y temerosa la que no le dan ocasión para que se suelte, y la que sabe que tiene marido que en cogiéndola en la primera desenvoltura, la ha de quitar la vida? Ansí que, la que es buena por temor ó por falta de lugar, yo no la quiero tener en aquella estima en que tendré á la solicitada y perseguida, que salió con la corona del vencimiento: de modo que, por estas razones y por otras muchas que te pudiera decir para acreditar y fortalecer la opinión que tengo, deseo que Camila, mi esposa, pase por estas dificultades, y se acrisole y quilate en el fuego de verse requerida y solicitada, y de quien tenga valor para poner en él sus deseos; y si ella sale, como creo que saldrá, con la palma de esta batalla, tendré yo por sin igual mi ventura; podré yo decir que está colmo el vaso de mis deseos; diré que me cupo en suerte la mujer fuerte, de quien el Sabio dice que ¿quién la hallará? Y cuando esto suceda al revés de lo que pienso, con el gusto de ver que acerté en mi opinión, llevaré sin pena la que de razón podrá causarme mi tan costosa experiencia. Y prosupuesto que ninguna cosa de cuantas me dijeres en contra de mi deseo, ha de ser de algún provecho para dejar de ponerle por la obra, quiero ¡oh amigo Lotario! que te dispongas á ser el instrumento que labre aquesta obra de mi gusto; que yo te daré lugar para que lo hagas, sin faltarte todo aquello que yo viere ser necesario para solicitar á una mujer honesta, honrada, recogida y desinteresada. Y muéveme, entre otras cosas, á fiar de ti esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento á todo trance y rigor, sino á sólo tener por hecho lo que no se ha de hacer por buen respeto; y así,
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DON QUIJOTE DE LA MANCHA