Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/476

Esta página ha sido corregida
296
DON QUIJOTE DE LA MANCHA

—¿Hacia qué reino quiere guiar la vuestra señoría? ¿Es por ventura hacia el de Micomicón? que sí debe ser, ó yo sé poco de reinos.

Ella, que estaba bien en todo, entendió que había de responder que sí; y así dijo:

—Sí, señor, hacia ese reino es mi camino.

—Si así es, dijo el cura, por la mitad de mi pueblo hemos de pasar, y de allí tomará vuestra merced la derrota de Cartagena, donde se podrá embarcar con la buena ventura; y si hay viento próspero, mar tranquilo y sin borrasca, en poco menos de nueve años se podrá estar á vista de la gran laguna Meona, digo Meótides, que está poco más de cien jornadas más acá del reino de vuestra grandeza.

—Vuestra merced está engañado, señor mío, dijo ella; porque no ha dos años que yo partí dél, y en verdad que nunca tuve buen tiempo, y con todo eso, he llegado á ver lo que tanto deseaba, que es al señor don Quijote de la Mancha, cuyas nuevas llegaron á mis oídos así como puse los pies en España, y ellas me movieron á buscarle para encomendarme en su cortesía, y fiar mi justicia del valor de su invencible brazo.

—No más; cesen mis alabanzas, dijo á esta sazón don Quijote, porque soy enemigo de todo género de adulación; y aunque ésta no lo sea, todavía ofenden mis castas orejas semejantes pláticas: lo que yo sé decir, señora mía, que ora tenga valor ó no, el que tuviere ó no tuviere se ha de emplear en vuestro servicio hasta perder la vida; y así, dejando esto para su tiempo, ruego al señor licenciado me diga qué es la causa que le ha traído por estas partes tan solo, tan sin criados y tan á la ligera, que me pone espanto.

—A eso yo responderé con brevedad, respondió el cura; porque sabrá vuestra merced, señor don Quijote, que yo y maese Nicolás, nuestro amigo y nuestro barbero, íbamos á Sevilla á cobrar ciertos dineros que un pariente mío, que ha muchos años que pasó á Indias, me había enviado, y no tan pocos que no pasen de sesenta mil pesos ensayados, que es otro que tal; y pasando ayer por estos lugares, nos salieron al encuentro cuatro salteadores, y nos quitaron hasta las barbas,