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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

rosario? que no le tengo.» En esto le vino al pensamiento cómo le haría y fué de unas agallas grandes de un alcornoque, que ensartó, de que hizo un diez, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millar de avemarias. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase y con quién consolarse; y así, se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados á su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea. Mas los que se pudieron hallar enteros y que se pudiesen leer, después que á él allí le hallaron, no fueron más que estos que aquí se siguen:

    Arboles, hierbas y plantas
que en aqueste sitio estáis,
tan altos, verdes y tantas,
si de mi mal no os holgáis,
escuchad mis quejas santas.
    Mi dolor no os alborote,
aunque el más terrible sea;
pues, por pagaros escote,
aquí lloró don Quijote
ausencias de Dulcinea
        del Toboso
     Es aquí el lugar adonde
el amador más leal
de su señora se esconde,
y ha venido á tanto mal
sin saber cómo ó por dónde.
     Tráele amor al estricote,
que es de muy mala ralea;
y así, hasta henchir un pipote,
aquí lloró don Quijote
ausencias de Dulcinea
         del Toboso.
     Buscando las aventuras
por entre las duras peñas,
maldiciendo entrañas duras
(que entre riscos y entre breñas
halla el triste desventuras);
     hirióle amor con su azote,
no con su blanda correa;
y en tocándole al cogote,
aquí lloró don Quijote
ausencias de Dulcinea
del Toboso.

No causó poca risa en los que hallaron los versos referidos el añadidura del Toboso al nombre de Dulcinea, porque imaginaron que debió de imaginar don Quijote, que si en nombrando á Dulcinea no