echas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo á poner en efeto su pensamiento, apretándole á ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo por su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer. Y así, sin dar parte á persona alguna de su intención y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio á su buen deseo. Mas apenas se vió en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fué, que le vino á la memoria que no era armado
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CAPÍTULO II
Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote