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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

El respondió que por enamorado.

—¿Por eso no más? replicó don Quijote. Pues si por enamorados echan á galeras, días ha que pudiera yo estar bogando en ellas.

—No son los amores como los que vuestra merced piensa, dijo el galeote; que los míos fueron que quise tanto á una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente, que á no quitármela la justicia por fuerza, aun hasta ahora no la hubiera dejado de mi voluntad; fué en fragante, no hubo lugar de tormento, concluyóse la causa, acomodáronme las espaldas con ciento, y por añadidura tres años de gurapas, y acabóse la obra.

—¿Qué son gurapas? preguntó don Quijote.

—Gurapas son galeras, respondió el galeote; el cual era un mozo de hasta edad de veinticuatro años, y dijo que era natural de Piedrahita.

Lo mismo preguntó don Quijote al segundo, el cual no respondió palabra, según iba de triste y malencólico; mas respondió por él el primero, y dijo:

—Este, señor, va por canario... digo que por músico y cantor.

—Pues ¿cómo? replicó don Quijote: por músicos y cantores ¿van también á galeras?

—Sí, señor, respondió el galeote; que no hay peor cosa que cantar en el ansia.

—Antes he oído yo decir, dijo don Quijote, que quien canta, sus males espanta.

—Acá es al revés, dijo el galeote; que quien canta una vez, llora toda la vida.

—No lo entiendo, dijo don Quijote; mas una de las guardas le dijo:

—Señor caballero, cantar en el ansia se dice entre esta gente non sancta, confesar en el tormento. A este pecador le dieron tormento y confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias; y por haber confesado le condenaron por seis años á galeras, amén de docientos azotes que ya lleva en las espaldas; y va siempre pensativo y triste, porque los demás ladrones que allá quedan y aquí van, le

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