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CAPÍTULO XXII
De la libertad que dió don Quijote á muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no quisieran ir


UENTA Cide Hamete Benengeli, autor arábigo y manchego, en esta gravísima, altisonante, mínima, dulce y nunca imaginada historia, que después que entre el famoso don Quijote de la Mancha y Sancho Panza su escudero pasaron aquellas razones que en el fin del capítulo XXI quedan referidas, que don Quijote alzó los ojos y vió que, por el camino que llevaban, venían hasta doce hombres á pie, ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas en las manos.

Venían asimismo con ellos tres hombres de á caballo y dos de á pie: uno de á caballo con escopeta de rueda, y los demás con dardos y espadas; y así como Sancho Panza los vido, dijo:

—Esta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va á las galeras.