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CAPÍTULO XIX


De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo, y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos


ARÉCEME, señor mío, que todas estas desventuras que estos días nos han sucedido, sin duda alguna han sido pena del pecado cometido por vuestra merced contra la orden de su caballería, no habiendo cumplido el juramento que hizo de no comer pan á manteles ni con la reina folgar, con todo aquello que á esto se sigue y vuestra merced juró de cumplir, hasta quitar aquel almete de Malandrino, ó como se llama el moro; que no me acuerdo bien.

—Tienes mucha razón, Sancho, dijo don Quijote; mas, para decirte verdad, ello se me había pasado de la memoria, y también puedes tener por cierto que, por la culpa de no habérmelo tú acordado en tiempo, te sucedió aquello de la manta; pero yo haré la enmienda; que modos hay de composición en la orden de la caballería para todo.

—Pues ¿juré yo algo, por dicha? respondió Sancho.

—No importa que no hayas jurado, dijo don Quijote; basta que yo entiendo que de participantes no estás muy seguro; y por sí ó por no, no será malo proveernos de remedio.