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XI
PRÓLOGO

redes las sentencias y dichos que pusiéredes en vuestra historia, no hay más sino hacer de manera que vengan á pelo algunas sentencias ó latines que vos sepáis de memoria, ó á lo menos, que os cueste poco trabajo el buscallos, como será poner, tratando de libertad y cautiverio:

Non bene pro toto libertas venditur auro;

y luego en el margen citar á Horacio, ó á quien lo dijo.

»Si tratáredes del poder de la muerte, acudid luego con:

Pallida mors aequo pulsat pede
pauperum tabernas, regumque turres

Si de la amistad y amor que Dios manda que se tenga al enemigo, entraros luego al punto por la Escritura divina (que lo podéis hacer con tantico de curiosidad), y decir las palabras, por lo menos, del mismo Dios: Ego autem dico vobis; diligite inimicos vestros.

»Si trataredes de malos pensamientos, acudid con el Evangelio: De corde exeunt cogitationes malæ. Si de la instabilidad de los amigos, ahí esta Catón, que os dará su distico:

Donec eris felix, multos numerabis amicos,
tempora si fuerint nubila, solus eris.

Y con estos latinicos, y otros tales, os tendrán siquiera por gramático; que el serlo no es de poca honra y provecho el día de hoy.

»En lo que toca al poner anotaciones al fin del libro, seguramente lo podéis hacer desta manera. Si nombráis algún gigante en vuestro libro, hacelde que sea el gigante Golías; y con sólo esto, que os costará casi nada, tenéis una grande anotación; pues podéis poner: El gigante Golías ó Goliat fué un filisteo, á quien el pastor David mató de una gran pedrada en el valle de Teberinto, según se cuenta en el libro de los Reyes... en el capitulo que vos halláredes que se escribe.

»Tras esto, para mostraros hombre erudito en letras humanas