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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

más, á todo el correr dellos, se vuelven á encontrar, y en mitad de la corrida se encomiendan á sus damas; y lo que suele suceder del encuentro es, que el uno cae por las ancas del caballo, pasado con la lanza del contrario de parte á parte, y al otro le aviene también que, á no tenerse á las crines del suyo, no pudiera dejar de venir al suelo; y no sé yo cómo el muerto tuvo lugar para encomendarse á Dios en el discurso desta tan acelerada obra; mejor fuera que las palabras que en la carrera gastó encomendándose á su dama, las gastara en lo que debía y estaba obligado como cristiano; cuanto más, que yo tengo para mí que no todos los caballeros andantes tienen damas á quien encomendarse, porque no todos son enamorados.

—Eso no puede ser, respondió don Quijote; digo que no puede ser que haya caballero andante sin dama, porque tan propio y tan natural les es á los tales ser enamorados, como el cielo tener estrellas; y á buen seguro que no se haya visto historia donde se halle caballero andante sin amores; y por el mismo caso que estuviese sin ellos, no sería tenido por legítimo caballero, sino por bastardo, y que entró en la fortaleza de la caballería dicha, no por la puerta, sino por las bardas, como salteador y ladrón.

—Con todo eso, dijo el caminante, me parece, si mal no me acuerdo, haber leído que don Galaor, hermano del valeroso Amadís de Gaula, nunca tuvo dama señalada á quien pudiese encomendarse; y con todo esto no fué tenido en menos, y fué un muy valiente y famoso caballero.

A lo cual respondió nuestro don Quijote:

—Señor, una golondrina sola no hace verano; cuanto más, que yo sé que de secreto estaba ese caballero muy bien enamorado; fuera que aquello de querer á todas bien cuantas bien le parecían era condición natural, á quien no podía ir á la mano. Pero, en resolución, averiguado está muy bien que él tenía una sola, á quien él había hecho señora de su voluntad, á la cual se encomendaba muy á menudo y muy secretamente, porque se preció de secreto caballero.

—Luego si es de esencia que todo caballero andante haya de ser