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CAPÍTULO X
De los graciosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero


A en este tiempo se había levantado Sancho Panza, algo maltratado de los mozos de los Frailes, y había estado atento á la batalla de su señor don Quijote, y rogaba á Dios en su corazón fuese servido de darle victoria, y que en ella ganase alguna ínsula, de donde le hiciese gobernador, como se lo había prometido. Viendo, pues, ya acabada la pendencia, y que su amo volvía á subir sobre Rocinante, llegó á tenerle el estribo; y antes que subiese, se hincó de rodillas delante dél, y asiéndole de la mano, se la besó y le dijo:

—Sea vuestra merced servido, señor don Quijote mío, de darme el gobierno de la ínsula que en esta pendencia se ha ganado; que, por grande que sea, yo me siento con fuerzas de saberla gobernar tal y tan bien como otro que haya gobernado ínsulas en el mundo.