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Su obra, entonces, resultó más funesta. Las ejecuciones en masa, que las damas iban á ver, coqueteando con sus abanicos cuando llegaba hasta ellas el humo del quemadero, ó tomando sorbetes, acostumbraron á la crueldad, acentuando hasta lo siniestro ese rasgo del tipo conquistador. Los sayones del duque de Alba, ajustaban un pito á la lengua de los herejes flamencos, para que sus gemidos en la tortura salieran agradablemente modulados...

De este modo la unidad absoluta, al evolucionar con los tiempos, dominando las diversas tendencias, desde la militar á la religiosa en el individuo y desde la gloriosa á la económica en el gobierno, deformó enteramente el carácter nacional, infestado en todas sus partes á virtud de las citadas trasposiciones; y así fué cómo Felipe, al dividirse la herencia del Emperador, imposibilitando el sueño universal de la monarquía, soñó el Imperio Cristiano como una oportuna compensación.

Las insurrecciones forales, habían mostrado con harta elocuencia la estructura intrínsecamente federal del país; vencidas, impusieron transacciones que contrariaban la soñada unidad. El gobierno