Página:El Imperio Jesuitico - Leopoldo Lugones.pdf/49

Esta página ha sido validada
— 47 —

beca; atiborrados de indigesta erudición, cohibidos por una disciplina de monasterio, la reacción de la Naturaleza así violentada, los conducía al fraude libertador. Aquella juventud, oprimida bajo el férreo arnés de juicios y prejuicios que formaban la ciencia de la época, se escabulló en una jocosa truhanería. Su vivacidad canalla fué, después de todo, el único regocijo en aquellos páramos de la escolástica, la única protesta contra esa ciencia en silogismos, que no había podido entender la lógica elemental de Colón-la buena, la franca jovialidad que abría al racionalismo un postigo con la sátira, concertando epigramas en el fondo de su bonete.

La avería del carácter no era menos honda, sin embargo. El descreimiento en todo lo que no fuera argueia, se hizo de regla; la pedantería, elevada á las nubes por una enseñanza insuficiente, injertó en la cepa soldadesca del fanfarrón, duplicando su fuerza; y este paso atrás se daba cuando Florencia, Londres y París, fundaban academias de ciencias á tres y nueve años de intervalo [1]; cuando el

  1. Las mismas casas soberanas iniciaban la evolución en tal sentido, siendo notables, desde este punto de vista, aquellos Médicis, cuyo carácter parecia sintetizar la orgía de vida y el salvaje