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mundo. La azarosa colección de aquellas milicias, que preludiaban en manera tan informe á nuestros ejércitos regulares; el carácter de esas guerras, con el bandolerismo nómade de los mercenarios que acudían á ellas como á una caza montés; la división en mesnadas, completamente análogas á las corporaciones de bandidos, con quienes las confederaban sus señores, hicieron de la vagancia una costumbre militar, á la cual contribuía con su ligereza específica la miseria del soldado. Éste la aceptó sin gran repugnancia. Recorrió el globo trampeando, pues el saqueo constituía su jornal; la vida errante le desvinculó de familia y patria; el ocio aventurero atrofió su capacidad productiva; el desamparo en semejante medio, llevó al auge su trapacería y sus mañas; y la adaptación á semejantes condiciones, tanto como el abandono de toda virtud pacífica, dieron predominio absoluto en su carácter al ingenio y al valor.

Con desenfado igual combatían por el Papa y mezclaban hostias al forraje de sus caballos; cálices y copones, teníanlos por vajilla de cantina; las vírgenes del Señor eran los pichones de su cuaresma;